Un garrotazo bien dao-
Garrotazo En aquella apaciguada y fresca tarde de octubre, Carlos había decidido dar un paseo por los contornos de Sabaneta, ciudad al estilo Mesopotamia, como era su costumbre.Esta vez tomó para descansar el parque Las Cayenas ubicado a unas tres leguas de su casa. Él siempre se deleitaba contemplando las flores que adornaban aquel lugar. De vez en cuando algunas familiasllevaban sus hijos aquel lugar para que refocilasen y jugaran con las palomas mansas que surcaban el lugar con vuelo suave y fugaz. En algunos de los bancos se observaban algunas parejas quedialogaban ora reían ora se tomaban de las manos con sus miradas fijas los unos a los otros.
Aquella tarde Carlos sentías una paz inefable, se deleitaba observando algunas palomas que volabande un árbol a otro o intentaban aparearse, algunas otras aleteaban en una tina de concreto que había debajo de un laurel. Aquel lugar contagió a Carlos con su agradable perfume de tranquilidad, élhabía permanecido sentado en uno de los bancos de concreto que habían donado las autoridades de Sabaneta. Metió la mano y saco del bolsillo del pantalón un reloj de cuerda, sin pulseras. Se acordó quedebía echar bledo y verdolaga a unos cerdos que tenía en la parte trasera de la casa y ya se le hacía tarde. Se incorporó tan rápido como pudo y se dispuso a partir y con su movimiento volaron laspalomas. Tomó su camino e iba silbando una canción mientras contemplaba el paisaje, pero su silbido fue interrumpido cuando escuchó lejano y opaco un grito de auxilio. Se detuvo y prestó su oído a aquellavoz que sonaba apagada y desvanecida, él aun no sabía desde donde provenía. Por un lapso de un minuto la voz no sonó y luego volvió a sonar desesperadamente. Carlos que pudo notar desde donderepollaba la voz, intrigado y sigilosamente hacia allá se dirigió. Notó que detrás de un matorral sobre el heno alguien golpeaba a una persona, era un mancebo de aproximadamente veinte años que golpeaba...
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