Un sueño lejano
Recuerdo cómo jugábamos tardes enteras a recrear partidos de futbol que veíamos en la televisiónentre equipos ahora extintos en la primera división nacional como los Leones Negros de la UdG o la Jaiba Brava del Tampico Madero. Yo secretamente admiraba la capacidad del Iceberg para nombrarprácticamente todas las alineaciones de los equipos nacionales en cada zona de la cancha donde jugaban. Y no sólo eso, si no que era capaz de mencionar el nombre y por supuesto el apodo, además de narrar elpartido de manera muy similar a la de los cronistas de entonces. Por lo menos eso me parecía a mí.
También recuerdo haber hecho por lo menos un par de fallidos intentos por llevar a cabo laconstrucción de nuestra casa club con intenciones de que se convirtiera en el club de Toby. Y es que con cuatro mujeres rondando los alrededores era justo querer un espacio lejos de ellas, aunque nuestrastácticas incluían maneras nada sutiles de ahuyentarlas, como recordará más de una mediante las cicatrices ocasionadas por heridas con piedras lanzadas por sus servidores.
Sin embargo, el mejor recuerdo quetengo con el Iceberg es haber fundado LEINIT DAZG.
Leinit Dazg era una agencia de espionaje. Pero no era una agencia cualquiera, no. Era la mejor agencia de espionaje del mundo. Contaba con sólo dosagentes secretos, pero ambos con una habilidad inigualable. O por lo menos eso pensaban los dos socios inversionistas dueños de la agencia, que casualmente eran los mismos agentes.
La agencia nuncatuvo un cliente real. Tampoco tuvo oficinas en un viejo edificio del centro de la ciudad. Mucho menos un número de teléfono al cual marcar en caso de requerir sus servicios. Y ya ni hablemos de los...
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