Veva y el mar

Veva y el mar
Carmen Kurtz

© 1981, Carmen Kurtz
© 1981, Editorial Noguer, S.A.
Paseo de Gracia, 96 - Barcelona
Reservados todos los derechos
ISBN: 84-279-3129-8

Séptima edición: junio 1990
Cubierta e ilustraciones: Odile
Printed in Spain – Impreso en España
Gráficas Ródano, Viladecans
Depósito legal: B – 7.162-1990

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siguiente…

RECOMENDACIÓN

Si te ha gustado esta lectura, recuerda que un libro es siempre el mejor de los
regalos. Recomiéndalo para su compra y recuérdalo cuando tengas que adquirir
unobsequio.
(Usando este buscador: http://books.google.es/ encontrarás enlaces para comprar
libros por internet, y podrás localizar las librerías más cercanas a tu domicilio.)

AGRADECIMIENTO A ESCRITORES

Sin escritores no hay literatura. Recuerden que el mayor agradecimiento sobre esta
lectura la debemos a los autores de los libros.

PETICIÓN

Cualquier tipo de piratería surge de laescasez y el abuso de precios.
Para acabar con ella... los lectores necesitamos más oferta en libros digitales, y
sobre todo que los precios sean razonables.

A María Paz Olivares Calvo.
Por un verano inolvidable

«—Perfectamente —dijo el Gato; y se fue
esfumando poco a poco, comenzando por
la cola y terminando por la sonrisa; ésta
permaneció largo rato allí cuando ya todo
él se habíadesvanecido.
—¡Qué extraño! ¡Nunca había visto que
los gatos se sonrieran; pero una sonrisa
sola, sin gato, es una cosa más rara
todavía!»
LEWIS CARROLL,
Alicia en el País de las Maravillas.

UN GRAN PROBLEMA

¡La de cosas que sucedieron desde aquel final de junio! Como si la boda de
mi hermana Natacha hubiese puesto en marcha un endiablado mecanismo que
lo dejó todo patas arriba. Que papáy mamá parecieran dos almas en pena era
casi normal, pero que Buela cometiera tal ensarte de disparates, a lo largo del
día, era incomprensible. Hasta la pareja de canarios parecía alborotada, como en
vísperas de tormenta. Incluso mis hermanos, Alberto y Quique, se disputaban
por naderías, lo que ponía muy nerviosos a los papás. Todo eran silencios, todo
se resolvía en mirarme con carascompungidas, besarme a cada momento,
decirme cosas cariñosas que me gustaban mucho, pero no dejaban de
escamarme porque no venían a cuento. Al fin no pude contenerme y aproveché
la ausencia de mis padres, y de mis hermanos, para preguntar a Buela:
—Oye, ¿qué pasa?
—Nada, nada —contestó Buela—. ¿Qué quieres que pase?
—Eso me pregunto.
—Pues ya sabes. La boda de Natacha nos ha dejado a todos algoturulatos.
Sin embargo, yo conocía a Buela y sabía que, a pesar de sus despistes, jamás
había guardado sus gafas en la nevera.
—¿Dónde habré dejado mis gafas de coser, Veva? Anda, ayúdame a
buscarlas.
Hasta rezó una oración especial para tales casos, a san Antonio, que, por
cierto, siempre le da buenos resultados. Al fin, cuando fue a sacar los bistecs de
la nevera, allí las vio, encima...