Virginia Woolf
Nota que dejó para su marido:
“Querido:
Estoysegura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terribleenfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera habermesalvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros.
V."
Eran las once y media aproximadamente y caminó hasta el río apoyándose en su bastón. Al parecer ya lo había intentado anteriormente ya que unos días antes había regresado a casa conla ropa y el cuerpo completamente empapados, después de uno de sus paseos. En aquella ocasión dijo que se había caído, pero seguramente aquel fracaso le sirvió para descubrir que lo que debía hacer era meter una piedra pesada en los bolsillos de su abrigo. Así no volvería a fallar. Y eso fue lo que hizo.
Virginia Woolf, la medida de la vida
Herbert Marder
En enero de 1931, a la edad decuarenta y nueve años, Virginia Woolf habló frente a un grupo de mujeres profesionales sobre su experiencia como escritora y sus intentos de matar al Ángel de la Casa. El ideal angélico, manifiesto en una famosa secuencia de poemas victorianos, era sinónimo de los estereotipos sexuales que seguían siendo dominantes en los años 30. Según el mito, las mujeres virtuosas vivían en un estado casiincorpóreo, elevándose etéreas sobre los impulsos animales y dedicando su vida al bienestar de la familia. Durante su juventud, explicó Virginia, en la última época del reinado de Victoria, todas las casas de clase media tenían un ángel guardián: podía ser un mueble o un objeto hogareño, las cortinas o las cómodas. A pesar de su aura moral, era un cuerpo útil que hacía las tareas domésticas con graneficiencia, algo muy conveniente para el Señor de la Casa. El veredicto de Virginia sobre este personaje era al mismo tiempo agresivo y compasivo. El Ángel, sostenía ella, "era intensamente amable. Era inmensamente encantador. Era completamente generoso. Se destacaba en las difíciles artes de la vida familiar. Se sacrificaba a diario. Si había pollo, se quedaba con la pata; si había una corriente de aire,se sentaba en ese lugar; en suma, nunca tenía una opinión o un deseo propio, sino que prefería estar de acuerdo con las opiniones o deseos de los otros. Por sobre todo -¿es necesario que lo aclare?- era puro".
La condena aparece suavizada por el humor, pero la ira de Virginia inunda este triste catálogo de virtudes. Ese falso ideal la había perseguido durante su juventud, porque era el Ángel desus padres. Ellos habían adoptado esos valores y habían aceptado la desigualdad de roles que prescribían, porque "en ese entonces era imposible lograr una relación verdadera entre hombres y mujeres". El Ángel había infectado sus vidas de irrealidad. En ciertos aspectos, esa falsedad empeoró después de la muerte de su madre, el primer año de la adolescencia de Virginia. Tras el mito de la...
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