yo y la sociedad
El eslogan de Alba “Dejemos que todos se expresen antes de decidir algo” y, el no muy diferente de todos los “Se puede cambiar” y de la desconfianza de muchos movimientos hacia cualquier forma de organización, da por descontado que el principal vicio de partidos y sindicatos se basa no en sus programas sino en sus cúpulas directivas, incluso cuando éstas sonelegidas de la forma más democrática. Cualquier poder superior a otro, aun delegado y a pesar de que esté otorgado para una duración transitoria, se convierte en opresión, sostenía Bakunin contra Marx, el cual tampoco iba más allá de un sistema de consejos.
Pero esta tesis, que para Bakunin conducía a un anarquismo sistemático, hoy lleva a distintas siglas a consultar a todos de manera preliminarantes de que una mayoría tome una decisión final, como si una sociedad no fuera más que la simple suma de sus componentes. Cada uno de estos puede ser bien intencionado y sin embargo la suma de las intenciones particulares no corresponde al interés principal de la sociedad de la que estos son miembros — no se trata simplemente de una diversidad de tamaño entre el individuo y la sociedad de la queforma parte sino de la distancia entre el interés individual y el de una colectividad de iguales derechos pero no de iguales necesidades y deseos.
De aquí surge la necesidad de tener cuerpos intermedios que regulen el tránsito de las necesidades y deseos de los individuos a los del grupo, los cuales se forman — como por lo demás también ocurre en lo individual— por la trama de interesesmateriales (de clase, de proletarios o no) e inmateriales (ideas de sociedad, ideologías, primacía de la aristocracia o de la igualdad, de una cultura laica e insertada en su tiempo, o bajo el mandato inmutable de una religión, etc.). Desde hace una treintena de años se han venido despreciando las ideas de sociedad y de justicia —catalogadas bajo las fórmulas negativa de “ideologías”— sustituyéndolaspor el de la mayoría matemática de las necesidades o deseos, en lugar de una elaboración de unos y de otros; y esto está en la base de la actual confusión de lenguajes, a los que sólo les queda en común el rechazo de cualquier verificación histórica y la reducción de la democracia a la suma de las espontaneidades e inmediateces individuales. De ahí el odio al partido o al sindicato, como acualquier forma de organización que se atribuya un mandato y unas reglas, basándose por un lado en una suma de experiencia, es decir de historia y cultura, y por otro en una escala de valores ligada a una tradición más o menos laica o religiosa, (relacionadas, pero difícilmente sincrónicas.)
De ahí la complejidad de las relaciones entre el yo y la sociedad. Estas son múltiples y afectan sobre todo a...
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