Antropologia
ISSN: 1131-558X
Delimitando la antropología
Delimitando la antropología: reflexiones históricas acerca de las fronteras de una disciplina sin fronteras
George W. Stocking Universidad de Chicago
Las fronteras de la antropología siempre han sido problemáticas; quizá aún más que las de otras disciplinas o discursos de las cienciassociales. No obstante, nunca fueron tan problemáticas como lo son hoy en día. Un reciente número de Anthropology Newsletter sugiere algunas dimensiones y dinámicas del problema de las fronteras. Desde 1983, cuando la American Anthropological Association fue reorganizada para representar de manera más efectiva las numerosas “antropologías de adjetivo” que habían surgido durante el cuarto de sigloanterior, el número de unidades de la asociación reconocidas constitucionalmente era más del doble. Ahora hay quince “sociedades” subsidiarias (incluyendo la etnológica, humanística, lingüística, médica, psicológica, urbana, visual, latinoamericana y europea, así como aquellas dedicadas a la “consciencia” y al “trabajo”); diez “asociaciones” (incluyendo africanistas, blancos, feministas, política yjurídica, tercera edad y estudiantes, así como varias asociaciones regionales y una dedicada a la “práctica de la antropología”); tres “consejos” (educación, museos, nutrición); dos “secciones” (biología y arqueología); y una agrupación no categorizada llamada simplemente “cultura y agricultura”. Finalmente, existe una unidad dedicada a la “antropología general”- rúbrica que en un tiempo podía haberincluido a todo el resto, pero cuyo actual estatus residual está apropiadamente señalado por su denominación como “división”-. Reflejando esta fragmentación subdisciplinaria, la circulación del American Anthropologist, el periódico oficial de la Asociación desde su fundación en 1902, ha caído desde los casi 11.000 ejemplares a menos de 8.000, y en la actualidad están suscritos menos de la mitad desus miembros. Preocupados por tales problemas, y tal y como quedó plasmado en una serie de columnas en Newsletter, el director ejecutivo de la asociación se preguntaba si la antropología estaba actualmente demasiado fragmentada para enfrentarse a las necesidades futuras de lo que él aún denomina “la disciplina”: educar “a las audiencias más 11
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significativas dentro y fuera de la academia”, atraer “diversas voces a la disciplina”, favorecer “el uso del conocimiento antropológico en el proceso de las políticas públicas”; “en resumen”, enfrentarnos “a los retos del actual clima reestructurante, competitivo” (Cornman, 1995, p.6). Si la llamada a la reorganización realizada por el director ejecutivo se centra en lasfronteras internas de «la disciplina» y sus relaciones con las audiencias externas, un ensayo publicado en el mismo número (bajo el recientemente instituido título «Whither Our Subjets and Ourselves?») daba ejemplo de la reciente preocupación acerca de las fronteras entre aquellos que practican la antropología y su objeto de estudio tradicional. Argumentando que la misma noción de frontera era «unresto» de la época colonialista, el autor citó un ensayo previo, publicado en la misma serie, para sugerir que aquellos que eran tratados como «informantes cuyas mentes debían ser explotadas por el antropólogo», debían ser vistos ahora como «coproductores del conocimiento» (Mills, 1995, p.7). En contraste con estas dos imágenes de lo que eran las fronteras en el fin de siglo, consideremos ladefinición de frontera ofrecida, a principios del siglo XX, por el hombre a quien se le atribuye la paternidad de «la disciplina» en Estados Unidos. Para Franz Boas «el dominio de conocimiento» de la antropología en 1904 incluía «la historia biológica de la humanidad en todas sus variantes; la lingüística aplicada a pueblos sin lenguaje escrito; la etnología de pueblos sin registros históricos y la...
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