el hombre la ciencia y la religion
El origen del hombre. Ciencia, Filosofía y Religión
Mariano Artigas y Daniel Turbón Eunsa, Pamplona, 2007. Carlos A. Marmelada.
Aunque todavía son muchas las incertidumbres que envuelven el conocimiento del origen de la humanidad, la ciencia arroja cada día más luz sobre el tema. La cuestión es si sólo la ciencia es la que puede hacer eso mismo. ¿Acaso lafilosofía y la religión ya no pueden decir nada que tenga sentido al respecto? Precisamente lo que intenta el libro de Artigas y Turbón es: “establecer un marco filosófico que dé cuenta, en otro nivel de racionalidad, de lo que la ciencia actualmente nos dice sobre nuestras raíces” (p. 11).
La ciencia es una forma de conocimiento extremadamente exitosa. Ha conseguido transformar la sociedad y el mundoen tan sólo tres siglos, permitiéndole al hombre influir, para bien o para mal, en la propia naturaleza. Ese mismo éxito es el que ha hecho pensar a más de uno que la ciencia agota la racionalidad; o que, por lo menos, es la mejor forma de racionalidad que puedo alcanzar el entendimiento humano. Es cierto que ni la filosofía ni la teología puede vivir de espaldas a la racionalidad científica si esque quieren decir algo que tenga sentido para el hombre actual; pero esto no significa, ni mucho menos, que la ciencia ocupe un lugar privilegiado, y ya no digamos de superioridad en cuanto a capacidad de conocimiento objetivo de la realidad. Lo único que significa es que existen una serie de cuestiones que son fronterizas entre estas tres formas del saber humano y, por ello, que las tres han deestar abiertas a un diálogo fecundo que sólo puede beneficiarles, siempre y cuando ese diálogo se realice con el debido respeto a los límites metodológicos de cada uno de estos saberes. Por ello la lectura de este libro “constituye una invitación a reflexionar personalmente las distintas cuestiones que van apareciendo a lo largo de las páginas” (p. 16).
Ya el primer capítulo nos pone, desde unprincipio, frente a las cuestiones básicas que se abordarán en este libro: ¿acaso somos seres puramente materiales cuya existencia finaliza con la muerte biológica? ¿Somos el simple fruto de unas fuerzas naturales movidas por el azar o somos el resultado de un plan divino? Desde luego, responder una cosa u otra significa plantarnos ante un concepto de hombre radicalmente distinto según la respuestaa la que lleguemos. En efecto, no es lo mismo decir que el ser humano es el fruto de una evolución biológica producida íntegramente al azar que decir que un Dios trascendente crea el universo confiriéndole un dinamismo que implica un despliegue evolutivo a su creación de tal suerte que también cuenta con la concurrencia fortuita de causas para poder realizar el origen biológico del hombre.Actualmente resulta de gran importancia el poder establecer los límites reales de la teoría científica de la evolución. Cuando se hace esto se ve como la evolución, en cuanto teoría científica que es, “no tiene nada que decir sobre la existencia de un plan divino” (p. 20). Esto es algo de sentido común. La ciencia natural estudia la realidad material dejando fuera de su ámbito, de una forma deliberadapor los imperativos metodológicos, por lo que no puede decir nada acerca de ellas, ni a favor ni en contra. Cuando se olvida esto se suele hacer “decir a la ciencia más de lo que, en realidad, está en condiciones de decir” (p. 25).
Hay ocasiones en las que los problemas se originan a partir de una confusión semántica. Por esto los autores insisten en aclarar la diferencia existente entre elnaturalismo metodológico y el naturalismo ontológico. El primero es de índole genuinamente científica y consiste en centrarse en el estudio de los aspectos cuantitativos de la naturaleza, por lo que deja totalmente de lado el estudio de las realidades espirituales ya que su método de investigación es incapaz de abordarlas. El segundo, en cambio, no es científico sino filosófico e incurre en el error...
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