Engaños Y Deseo
KRENTZ
ENGAÑOS Y DESEO
Honor Mayfield creía que su encuentro con Conn Landry no había sido más que un golpe de suerte; pero, en realidad, él lo había preparado cuidadosamente hacía mucho tiempo.
Conn era muy respetado en California, sin embargo, Honor iba a descubrir al verdadero hombre que había bajo de su cuidada apariencia. Ya era demasiado tarde cuando se dio cuenta deque estaba enamorado de alguien que solo buscaba vengarse por todo el legado de traición y asesinatos que había recibido...
Uno
No había previsto abordarla tan pronto, pero Honor Mayfield se lo estaba poniendo tan fácil que habría sido un necio si hubiera desperdiciado la ocasión. Urdir una trama era tarea delicada, y uno de los aspectos más importantes consistía enelegir el punto de partida. Parecía que la propia Honor iba a ofrecerle el comienzo perfecto.
Constantine Landry estaba sentado, solo, en un palco privado del hipódromo de Santa Anita. Con un pie apoyado contra la barandilla y un ostentoso juego de prismáticos japoneses en el asiento vacío de al lado, podía pasar por uno más de los muchos aficionados a las carreras que ocupaban la fila de palcosprivados.
Pero él no prestaba atención a los resultados de la segunda carrera que habían aparecido en el tablero iluminado de más abajo. Él seguía con la mirada fija en una mujer de pelo castaño claro que caminaba apresuradamente por uno de los pasillos de la grada que se extendía tras él. La mujer, con el semblante muy serio, seguía a un hombre llamativamente vestido que caminaba unos metros pordelante de ella. «Esto parece un desfile», pensó Landry, poniéndose en pie con ligereza. La primera hebra de la trama iba a ser, si no le fallaba la intuición, tan fuerte como la soga de un ancla. Al parecer, Honor Mayfield iba a meterse de cabeza en un problema. Impedírselo le proporcionaría justamente la ocasión que necesitaba. Landry estaba acostumbrado a acechar la ocasión idónea. Era esa unahabilidad necesaria que los cazadores expertos debían aprender rápidamente, si no querían quedarse sin cobrar la pieza. Landry había tenido mucha suerte en su profesión. Llevaba largo tiempo tratando con presas de dos patas. Para él no suponía ningún problema seguir la pista a una mujer desprevenida y vestida con colores chillones que, además, no tenía ni idea de que alguien la seguía. Lo querealmente le parecía fuera de lo común era el extraño desasosiego que de pronto había empezado a correr por su sangre. No era la fría concentración de la caza, como había esperado. Era una profunda y palpitante sensación de ansiedad. Y era un error. El sabía instintivamente que esa no era la clase de emoción que requería el momento, pero no parecía capaz de refrenarla.
El sol del sur de Californiase derramaba con agradable tibieza. Resultaba difícil de creer que fuera enero, pensó Landry vagamente. Había olvidado que, los días en que los niveles de polución eran bajos y el sol de California hacía honor a su fama, los pueblos que se extendían desde el corazón de Los Ángeles podían aún suscitar el recuerdo de lo hermoso que el campo había sido antaño. Los montes de San Gabriel formaban untelón majestuoso para el pintoresco hipódromo. Si uno se concentraba en el paisaje, podía olvidarse del enorme y moderno centro comercial que, al más puro estilo de California, se levantaba en las cercanías. Los californianos del sur nunca se sentían del todo cómodos si no estaban cerca de uno de aquellos lujosos complejos comerciales.
Landry seguía a Honor Mayfield a una distancia discreta y,mientras avanzaba entre la multitud, preguntas sin respuesta clara giraban en su cabeza. Entendía tan poco aquellas preguntas como la inesperada ansiedad que sentía. Sabía lo que estaba haciendo, había planeado cuidadosamente el encuentro. Así pues, ¿por qué se cuestionaba sus motivos en el momento decisivo? A su alrededor, la gente se apresuraba a hacer sus apuestas para la siguiente carrera,...
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