Ikea
Paris, despedido a mediados de mayo junto con otros tres altos cargos después de que se desatara el escándalo,se sincera por primera vez desde su despido en el periódico 'Le Monde' y lamenta que la compañía responsabilice a unas cuantas personas de unos métodos que, según él, estaban institucionalizados.Cuando asumió su cargo en Ikea, su misión consistía en supervisar a los responsables administrativos de las tiendas francesas y gestionar todo lo relativo a cuestiones de seguridad, desde la prevenciónde accidentes de trabajo hasta la videoprotección de los establecimientos.
A medida que la cadena aumentó su número de tiendas en el país, explica, sus labores fueron tomando amplitud y llegó unmomento en el que se recurrió al servicio de diversas empresas privadas, a las que en un primer momento se les solicitaban datos y antecedentes de los empleados en cuestión.
Desde mediados del año2000 ese "control del pedigrí" alcanzó un "carácter industrial", puntualiza en "Le Monde", donde precisa que se recurría a bases de datos para conocer si algún candidato tenía antecedentes judiciales ysostiene que otras filiales de Ikea en el extranjero también se sirven de ficheros similares.
"No medí las consecuencias penales de mis actos. Si lo hubiera sabido, nunca habría corrido el riesgode exponerme a mí y a mi familia", señala Paris, no sin aclarar que todas las intervenciones estaban pagadas por la filial francesa de Ikea.
El ex director general de la firma Jean-Louis Baillot,que también fue despedido en mayo, tacha de "grotescas" esas acusaciones y alega que el exjefe de seguridad busca acusar a otras personas en un intento de defenderse.
El primero en desvelar el caso...
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