MTRO
Heriberto G. Contreras Garibay 1
¿Cuando somos pequeños, producto de la lúdica inventiva que tenemos, gustamos por “bautizar” o nombrar los objetos que de alguna uotra forma tienen vida. Así es, no hay niño que no le ponga nombre a su oso de peluche o a su muñeco con el que duerme por las noches. Ni qué decir de sus juguetes, y mucho menos pensar, en el caso deque tenga una mascota que ésta no cuente con un nombre propio.
Ejemplos de esto podemos encontrar por cientos a lo largo de la historia del hombre. Sin embargo, existen algunos nombramientos o“bautizos” que han resultado realmente trascendentes no sólo en nuestro planeta, sino en el sistema solar.
Corría el mes de marzo de 1930. Una niña llamada Venetia Phair, quien gustaba de escuchar a lagente vieja de su familia, conversaba con su abuelo mientras ambos desayunaban. El nombre del hombre era Falconer Madan, un bibliotecario retirado de la Biblioteca Bodleian, en Inglaterra quien todas lasmañanas leía el periódico The Times.
Ese día el abuelo Madan leía con asombro en la página 14 que un investigador llamado Clyde Tombaugh, quien trabajaba en el Observatorio Lowell en FlagstaffArizona, en los Estados Unidos, al otro lado del Océano Atlántico, había descubierto un nuevo planeta dentro del sistema solar.
De inmediato, gustoso por lo que acababa de leer se lo contó a sunieta, Anetia, a quien estos temas le interesaban mucho a pesar de su corta edad; sin embargo, éste en particular marcaría su vida y la de la nomenclatura astronómica. En 1930 la pequeña Anetia sugirió queel nombre con el que se debería llamar el noveno planeta sería Plutón, el dios Romano del mundo subterráneo. En esos años, en los que la televisión o el internet no figuraban en el mapa, a diferenciade hoy, una pequeña como Venecia Phair estaba muy interesada en relatos referentes a la mitología clásica.
El señor Madan se quedó con la boca abierta cuando su nieta le sugirió el nombre para...
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