Spinoza
É T I C A
demostrada según el orden geométrico
EDICIONES ORBIS S. A.
H Y S P A M E R I C A
L i b e r a l o s L i b r o s
Introducción, traducción y notas de Vidal Peña
© 1980, Editora Nacional, Madrid
© Por la presente edición, Ediciones Orbis, S. A.
Indice
INTRODUCCIÓN 4
PARTE PRIMERA: DE DIOS 29
parte segunda: DE LANATURALEZA Y ORIGEN DEL ALMA 69
parte tercera: DEL ORIGEN Y NATURALEZA DE LOS AFECTOS 123
parte cuarta: DE LA SERVIDUMBRE HUMANA, O DE LA FUERZA DE LOS AFECTOS 184
parte quinta: DEL PODER DEL ENTENDIMIENTO O DE LA LIBERTAD HUMANA 249
INTRODUCCIÓN
El pastor Kohler (latinizado, Colerus) provocó en 17O5 la primera encarnación de la vida de Baruch de Espinosa[1]; desde entoncesla sombra de esa vida ha transmigrado dudosamente de la hagiografía a la denostación. Sabíamos antes de leer a Feyerabend, que no hay hechos puros; los hechos de la vida de Espinosa dicen cosas distintas en distintos lenguajes, como les ha ocurrido siempre a los hechos. Y así el hombre « ebrio de Dios», que profiere sin cesar su sagrado Nombre; el que deposita una mosca en la tela de araña ycontempla sonriente el necesario desenlace, el que rechaza ofertas de dinero y de honrosos cargos académicos, el minucioso pulidor de lentes, el que envía a prisión a un deudor, el que se informa con toda cortesía de las enseñanzas que su huésped ha obtenido en un sermón dominical, el que no puede evitar una sonrisa cuando rezan en su presencia, el que declara que la guerra y la matanza no le incitana risa ni a llanto, el apacible fumador de pipa, el arrebatado personaje que, panfleto en mano, intenta salir a la calle para acusar de bárbaros a los asesinos de sus amigos y protectores políticos, el que dice que en la naturaleza no hay bien ni mal, el defensor de la democracia, el que menosprecia el vulgo, el tísico, el que acaso fue rechazado por la hija de su maestro de matemáticas —ellaprefirió a otro, según cuentan—, el que habla serenamente de las pasiones «como de líneas, superficies y cuerpos», el que acota quizá abruptamente, tratando de los celos, que esa pasión se incrementa al imaginar los genitales y las excreciones de quien posee al objeto amado..., ese hombre es, alparecer, el mismo, pero la reconstrucción de su identidad pasa por más de un esquema. Siempre podría decirseque perseguir esa identidad es tarea condenada sin remedio al fracaso, para la vida de Espinosa o para cualquier otra: su obra, y no la fantasmagoría de sus datos biográficos, sería el lugar de su objetividad. Por desgracia, la objetividad de esa obra es también multiforme: ateísmo sistemático, panteísmo impregnado de fervor, racionalismo absoluto, misticismo, materialismo, idealismo, hancompuesto y componen las figuras de su proteica inmortalidad. Ateo abominable, que horrorizó a Europa con su Tratado teológico-político; santo laico, en quien toda una tradición liberal puso sus complacencias; precursor de la sana doctrina para la ortodoxia del materialismo dialéctico, Espinosa parece haber servido para todo. Aquí, sin embargo, no vamos a hacer caso a tantos motivos de duda. Vamos adecir algo de la figura biográfica de Espinosa y algo de la obra que hemos traducido, del único modo en que se pueden decir esas cosas, a saber: pensando que nuestra versión es la mejor. Pero es un hecho que sólo desde una actitud propia significa algo el hecho de una actitud ajena: contribuir a la diafonía de opiniones es contribuir a la polémica de que está tejida la realidad. E irritarse contra larealidad —Espinosa lo habría dicho— carece de sentido.
La anécdota de la vida de Espinosa es tan conocida que no merece la pena tratar en detalle de ella. Sí nos referimos a algunos aspectos que, sobre todo en nuestro país, no suelen ser subrayados, y que nos parecen de la mayor significación. Al hacerlo divulgaremos aspectos de Espinosa que otros han estudiado ya, pero que acaso no forman...
Regístrate para leer el documento completo.