Alberto Masferrer - La Calle De La Muerte

Páginas: 7 (1618 palabras) Publicado: 11 de octubre de 2012
Esta calle en que vivo yo, debiera llamarse Calle de la Amargura. Y mejor aún, Calle de la Muerte. A seis cuadras, oeste, me queda el Hospital, a donde va, a todas horas, una caravana de dolientes, pobres o miserables los más, a ver si les dan algún alivio. A cinco cuadras, en dirección contraria, me quedan tres estancos, donde se bebe día y noche; donde la pianola, el fonógrafo, los gritos delos ebrios y el chocar de vasos y botellas ensordecen los oídos de los transeúntes, y también su conciencia, para que no piensen en los dramas que ahí se incuban.

Frente a mi, a una cuadra, está la Penitenciaria, donde viven los criminales desvalidos; los que no tienen la llave dorada que abre las puertas de la Justicia.

Los domingos, desde muy de mañana y todo el día, la vida enlaza esostres antros en que el vicio, el crimen y el dolor se funden en una trinidad fatídica. Desde las siete de la mañana comienzan a pasar viniendo del Volcán, labriegos jóvenes y viejos. Vienen a divertirse. Han trabajado toda la semana, curvados sobre el suelo, sembrando, arando o escardando, para que el maíz, el arroz, el, frijol y el plátano colmen nuestra mesa; para que las flores más bellas adornennuestros búcaros; para que la leche y los huevos nos conforten y nutran; para que la vida, en toda forma, descienda de allá arriba, y venga, en ondas de salud y alegría, a reavivar las fuerzas decaídas de los que penamos y pecamos en la ciudad.

Han trabajado toda la semana esos labriegos, ellos y sus mujeres y sus hijos. Mientras ellos escardan o desmontan, la mujer y las hijas mayores lavan,remiendan y aplanchan, muelen y cocinan, vienen diariamente al mercado a vender flores y legumbres, y a llevar provisiones y medicinas: cosen la enagua y la camisa; cuidan de las gallinas y de los cerdos: atienden al enfermo; van al no lejano, a traer el cántaro de agua para los menesteres urgentes. Ya noche, cansadas, fatigadas, caen pesadamente sobre el camastro o el tapesco, y duermen comotroncos-si no hay niño pequeño que las desvele-, hasta que Venus, el apacible Nixtamalero, comienza a desvanecerse ante los blancores del alba.

Así es la vida en el Volcán, así se trabaja toda la semana. ¿Qué cosa más justa que bajar el domingo para descansar, para divertirse? Por eso desde muy de mañana bajan los labriegos, limpios, endomingadós, decididores, ligeros; dan una vuelta por la ciudadmientras se abre el estanco, y apenas éste despliega sus fauces, entran y beben. Un vaso tras otro, de pie, o apenas sentados en bancos miserables, beben el aguardiente, se embriagan, se embrutecen, pierden el sentido, se vuelven hoscos, agresivos, pendencieros, sacan las cuchillas, y hieren. Hieren al compañero, al camarada, al amigo, á quien se le enfrenta, a cualquiera. El aguardiente, el guarode caña el más hostil de los licores, en que un verdadero demonio se esconde, sediento de lucha y de sangre, ofusca con sus vapores su rudo entendimiento y les impele a la riña y al crimen.

En breves horas, todo el trabajo de la semana es disipado. Si la mujer, con mimos a escondidas, logró sustraer algunos reales, va habrá siquiera para comenzar la semana. Si no, ella y las pobres muchachascorretearán el lunes, angustiadas, para encontrar el quécomer, la medicina para el herido y los honorarios para el abogado, inflexible en la exigencia de los anticipos que han e cubrir los primeros gastos.

En breves horas, todo el bregar, todo el afán, todo el sudor de la semana, pasan, convertidos en dinero

maldito, a la gaveta de la cantina. Con el mismo tesón e ímpetu con que trabajan lasemana, así tragan veneno, un vaso tras otro, hasta que Las piernas les flaquean, la voz enronquece, Las palabras se confunden y huyen, la mente se nubla. el corazón se encrespa, y la fiera surge de Las profundidades del hombre, presto a desgarrar y a devorar.

Beben, beben más, siempre más. Primero son copas sencillas, espaciadas con risas y charlas; después son copas dobles, alternadas con...
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