Arturito

ARTURITO.

Cautelosamente me asomo al jardín, queriendo descubrirlo antes de que él me vea primero. De antemano, sé que mis precauciones son inútiles. Mi amigo es tremendamente astuto además, creo que, por lo bien que me conoce, ya se da ínfulas de adivinar mis pensamientos. Por otra parte, el exhaustivo entrenamiento al que lo sometí solo lo podía sobrellevar el individuo más apto de suespecie. Le enseñé todos mis conocimientos, así que ya es capaz de pensar y sentir como yo, por lo que, no puedo sorprenderlo con facilidad.
Pero lo intento, como uno de tantos juegos que compartimos, como parte de nuestra camaradería... de nuestras confidencias.
Lo descubro oculto en la base de unas palmeras enanas, a la lado de un pileta para peces, adonde de quererlo, podría saltar yescabullirse. Pero tiene su orgullo, siempre quiere demostrarme que tengo razón en todas mis expectativas de él.
Me mira con su pupila negra y profunda. Sabe que lo he visto. También fingirá lo contrario.
Boquea con violencia, aunque no por la ansiedad que le desarrolla nuestro juego; también sabe que puede aliviar su asfixia arrojándose al estanque.
Los jadeos desesperados son algo que no he podidoquitarle a pesar del entrenamiento. El no quisiera alarmarme, pero se trata de un gesto instintivo, inevitable.
Si lo vieran, cualquiera comprendería que es una hazaña y un milagro, algo casi contranatural que este allí en el jardín, jugando a las escondidillas conmigo; o que se pasee tranquilamente por cualquier rincón, como cualquier animal en su hábitat natural, así que no puedo exigirleperfección, pidiéndole que, con un esfuerzo supremo, dejara de jadear.
Casi me acostumbro a ello, pero no puedo evitar el miedo a que se ahogue.
Somos demasiado exigentes con nuestra mascota, casi siempre por una vanidad egoísta. Creemos que por ser nuestra debe ser la mejor de todas, la más hermosa, la más
lista, la más obediente, la más llena de virtudes. Inconscientemente vivimoscomparándolos con otros, y hasta nos jactamos en nuestros adentros, y si en el camino encontramos alguna destreza ajena, corremos a enseñársela, si la aprende ¡qué bien!, si no, ocultaremos nuestra decepción tras una excusa.
Somos muy injustos con ellos.
Salgo al jardín simulando que aún no lo he descubierto y empiezo a llamarlo con palabras cariñosas. Camino hacia las palmeras pero mirando en otradirección. Un movimiento nervioso lo delata pero finjo no oír nada.
Repito mi llamado.
En cierto modo me toca el turno de angustiarme. Todo es parte de un juego ligeramente sadomasoquista. Ahora él me hace sufrir. Sabe que temo por su bienestar. El día ya empieza a calentar y puede serle perjudicial. Ambos sabemos que tiene una opción: la pileta. Pero él no querrá decepcionarme, siempre searriesgará un poco con el peligro de deshidratarse.
-¡ Ahí estás ! - grito. Me ha vencido.
Sufre un espasmo y se lanza hacia mí.
Quien haya visto una salamandra desplazándose sobre la tierra tendrá la idea aproximada de la escena. Es una mezcla de repteo con la ayuda de cuatro apéndices. Con algo de imaginación puede evocarse al antepasado de un tetrápodo del período devónico, en sus esfuerzos porpasar de la vida acuática a la terrestre. La diferencia es que tuvieron la ayuda de un medio húmedo, lodoso. Mi amigo no, en su terquedad lucha por desplazarse sobre cualquier superficie, raspándose el vientre y deteriorando sus delicadas aletas.
Pero con tenacidad logra avanzar. No puedo ni dar un paso para ahorrarle camino. El quiere realizar todo el esfuerzo. Sus boqueos se hacen másintensos y su piel está reseca. Tratando de simular que es casualidad, con mucha discreción, me muevo a un lado para que mi sombra lo proteja. El mueve la cabeza y su ojo infinito parece mirarme con agradecimiento.
Por fin llega hasta mis pies y entonces lo levanto con mis manos.
Lo llevo hasta la casa.
El eriza su aleta dorsal que yo le acaricio suavemente. Luego lo coloco cerca de su pecera...