Bla bla bla
Pero el sueño no había terminado, por lo visto. De nuevo se sentó a la cabeza de una larga mesa bellamente tallada que ocupaba la mayor parte de aquella Gran Sala onírica.
Y esos dos que tenían tanto interés en su sueño, seguían ahí, observándolo.
El orco que estaba a su izquierda, de edad avanzada aunque todavía poderoso, buscó su cara y, a continuación, sonrió; ese gestoprovocó que se extendiera la calavera blanca que llevaba pintada en la cara. El muchacho de su derecha (demacrado y enfermizo) parecía tener peor aspecto de lo que Arthas recordaba cuando había entrado en el sueño de la memoria.
El chico se humedeció unos labios pálidos y agrietados y respiró hondo como si fuera a hablar, pero fueron las palabras del orco las que quebrantaron el silencio.
-Haymuchos más – prometió.
Los recuerdos anegaron la mente de Arthas, entrelazándose y superponiéndose y superponiéndose unos a otros, conformando visiones donde el futuro y el pasado se mezclaban…
… Arthas parpadeó y sacudió la cabeza. Las visiones inconexas, caóticas, alentadoras y preocupantes… se desvanecieron.
El orco se rió entre dientes, y el cráneo pintado en su rostro se extendió. Antaño lohabían llamado Ner’zhul; antaño había poseído el don de ver el futuro. Arthas no albergaba ninguna duda de que todo lo que había visto, aunque no lo había entendido del todo, iba a suceder.
-Mucho más – reiteró el orco -. Pero sçolo si recorres el sendero hasta el final.
El caballero de la muerte volvió despacio la cabeza, coronada por un pelo blanco, hacia el niño, el muchacho enfermo dedirigió una mirada sorprendentemente clara, y, por un momento, Arthas sintió que algo se estremecía en su interior. A pesar de todo… el muchacho no iba a morir.
Y eso significaba…
El muchacho sonrió de manera casi imperceptible, y parte de su aspecto enfermizo pareció disiparse mientras Arthas se esforzaba por dar con las palabras adecuadas.
-Tú… eres yo. Ambos… somos yo. Pero tú… - Hablaba consuavidad y su voz estaba teñida de asombro e incredulidad – eres la débil llama que todavía arde dentro de mí, que aun resiste el hielo. Representas mis últimos vestigios de humanidad, de compasión, de mi capacidad de amar, de llorar … de preocuparme por los demás. Representas mi amor por Jaina, mi amor por mi padre … por todas las cosas que me hicieron ser quien fui una vez. En cierto modo, laAgonía de Escarcha no me lo ha arrebatado todo. He intentado alejarme de ti… y no he podido. No… no puedo.
Los ojos verdemar del niño se iluminaron, y le ofreció a su otro yo una sonrisa trémula. El color de su piel mejoró, y ante los ojos de Arthas, algunas pústulas desaparecieron.
-Ahora lo entiendes. A pesar de todo, Arthas, no me has abandonado. Unas lágrimas de esperanza se asomaron a los ojosdel muchacho, su voz, que ahora era mas fuerte que nunca, temblaba de emoción.
-Tiene que haber una razón por la que yo sigo aquí. Arthas Menethil… has hecho muy mal, pero la bondad aún anida en tu alma. De lo contrario… yo no existiría, ni siquiera en tus sueños – Añadió el niño.
Se bajó de la silla deslizándose y caminó lentamente hacia el caballero de la muerte, Arthas se puso en piemientras el chico se acercaba. Por un momento se contemplaron el uno al otro, el niño que fue y el hombre en que se había convertido.
El muchacho extendió los brazos, como si fuera un niño de verdad que pide ser cogido en brazos y abrazado por un padre que lo quiera.
-No tiene por qué ser demasiado tarde – Afirmó el niño en voz baja
-No – replicó Arthas con voz queda, mirando absorto al...
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