Caricias
Puede parecer un mensaje obvio, pero hoy en día no se puede dar nada por supuesto. Vivimos en el mito del "eterno progreso", por el que tendemos aconfiar que los avances científicos y técnicos podrán resolver cualquier problema de nuestra vida. Continuamente leemos en los periódicos que mujeres en torno a los 40, después de una vida cosechandoéxitos, se deciden por la maternidad. Y muestran sus rostros sonrientes junto al de rosados bebés. Annette Bening, Jane Seymour, Jodie Foster, Madonna... no son treintañeras, lo sabemos. Pero pocasadmitirán haber recurrido a tratamientos de fertilidad, fecundación in vitro e incluso a madres de alquiler.
Parece que se nos ha vendido muy bien la idea de que vivimos en un "control" absoluto de nuestra"vida reproductiva": que podemos defendernos de nuestra fertilidad durante años, para luego recurrir a ella en cualquier momento. Somos la generación del "lo quiero todo", y a veces parecemos creerque ser madres es lo que viene después de todo lo demás.
Por su parte, los especialistas que se preocupan por colgar tales anuncios en la calle, se muestran alarmados por este falso sentido deseguridad de sus pacientes, que se desploman al descubrir que la biología ha decepcionado sus expectativas, y deben enfrentarse al drama de la infertilidad. Pero hay verdades inmutables: nacemos con unnúmero limitado de óvulos, cuya calidad genética y viabilidad se reduce con la edad. Para la mayoría de mujeres, la fertilidad comienza su inexorable declive al inicio de los 30; tiene una gran caída...
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