Colombia en la encrucijada

Por impactante y (sobre todo) grave que parezca, el debate sobre una intervención externa en Colombia, reavivado esta semana, es ocioso. La agonía del intento de pacificar el país a través de la negociación, iniciado el año pasado por Andrés Pastrana, y la consecuente escalada de una guerra civil de 35 años sugieren que no vale la pena gastar demasiado tiempo y esfuerzo en dilucidar si la habrá ono, sino más bien en saber qué clase de intervención tendrá lugar.Colombia está peligrosamente cerca de convertirse en una ficción sobre la escena internacional. Basta con detenerse en algunos de los indicadores de la tragedia colombiana para darse cuenta de la dimensión de esa amenaza:-Casi la mitad de los 1.140.000 kilómetros cuadrados de su territorio nacional está bajo virtual control degrupos que desafían el poder del Estado, sean guerrillas de izquierda, grupos paramilitares de derecha o aun pequeños ejércitos privados.-La organización insurgente más poderosa, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -entre 15.000 y 17.000 efectivos) que tradicionalmente operaba en el sur del país en un área de baja densidad poblacional, está llevando su acción a pocos kilómetros deBogotá, la capital, en la que vive poco menos del 20% de la población total del país (40 millones). El más pequeño ELN (Ejército de Liberación Nacional -5.000 combatientes) compensa su debilidad relativa con acciones es pectaculares: ataques a refinerías, secuestro de aviones comerciales, etcétera.-Más de un millón de personas es la cifra de desplazados internos, expulsados de sus lugares de origenpor la guerra civil.-Por lo menos las FARC parecen dispuestas extender su influencia. El presidente peruano Alberto Fujimori desplazó tropas del Ejército a la frontera con Colombia denunciando que en los 40.000 kilómetros cuadrados que controla la FARC se entrenan guerrilleros peruanos y ecuatorianos. Venezuela -principal exportador de crudo a los EE.UU.- teme por la seguridad de su propia zonapetrolera, y las voces más alarmistas en Washington advierten sobre el presunto peligro que la insurgencia colombiana podría representar para Panamá y su estratégico canal.-La economía colombiana pierde unos mil millones de dólares anuales debido a la violencia (un punto de su PBI) en un contexto actual de recesión en el que el desempleo alcanzó este año el 20%. Sólo en el primer cuarto de 1999 esaeconomía se contrajo un seis por ciento. Ni la afluencia -otrora importante aunque nunca reconocida por los sucesivos gobiernos de Colombia- de las divisas negras que aporta al país el narcotráfico alcanza para compensar la crisis presente, descrita como la peor para Colombia en siete décadas.-En los pocos meses que lleva al frente del gobierno, el presidente Pastrana debió devaluar dos veces lamoneda, que sigue despeñándose sin pausa. Perdió el 35% de su valor en el último año.-Diez de las 32 provincias colombianas están desde la semana pasada bajo alguna forma de toque de queda y, en los últimos sondeos de opinión, el 90% de la población aparece convencida de que la negociación entre el gobierno y la guerrilla -por ahora solo las FARC- está condenada al fracaso.Así las cosas -y de nomediar un vuelco espectacular en el curso del proceso- las opciones son, pese a la enormidad y complejidad del problema, relativamente sencillas de discernir.Si la intervención resultara de naturaleza militar -como lo quiere cierta derecha hemisférica que anhela un triunfo aplastante sobre la guerrilla-, América latina tendrá el equivalente del reciente Kosovo europeo, no tanto por la naturaleza delconflicto sino por el precedente abrumador que sentará en materia de modelo de seguridad de la región. En esta tesitura se alinean los congresistas republicanos en el Capitolio estadounidense y un segmento de las jerarquías militares. De esta última, el rostro más visible es el del titular del Comando Sur de Estados Unidos, el general de la infantería de marina Charles Wilhelm, quien ha...