Dante fontana

ELLA SABE DEMASIADO
Hunde las manos en la orilla porosa del barranco y esa sensación de libertad, le permite ver la vida pasando frente a sus ojos como un tren presuroso colmado de paisajes que sesumerge en la distancia. Más abajo, las aguas turbias y gruesas que remolinean entre la vertiente rebosante de espuma lo entretienen, no sabe cuánto tiempo, pero tal vez cuando la brisa pasajerareconforte su espíritu pueda abandonar el río.
Alegre, como cualquier mañana, su día comenzó con el cotidiano aseo y el suculento desayuno. Ella sonríe (su esposa) mientras sorbe jugo de naranja en unacopa de cristal y él lee las noticias disfrutando el aroma del café. Un beso lo despide en la puerta de la casa y se dirige contento a su oficina.
Un pensamiento extraño invade su mente cruzandola primera calle. ¿Qué ocurrió anoche?, se pregunta mientras mira la fila de automóviles que lo antecede. Ya no es el reiterado pretexto del socio insistiendo abandonar la ciudad por varios días sinmotivo aparente. Ni las cuentas mancomunadas donde hace falta algo de dinero. Tampoco su inesperado comportamiento al saber que había destituido al jefe de compras. El muy bien sabía que eraincompetente para ese trabajo. ¿Entonces qué? La cena en su casa fue exquisita. Los invitados quedaron satisfechos, sobre todo por el postre de melocotón y miel. Firmar el contrato surgió de una idea del sociocuando viajaban juntos en el avión a Toronto. Mientras su mente escudriña uno a uno los recuerdos de la última semana, ve a la gente pasar la larga avenida que se esconde entre los edificios aledañosy la plaza principal. Una escueta mención de un lugar de recreo hace que suponga que el jefe estuvo ahí por pura coincidencia mientras ella (su esposa) disfrutaba con sus amigas los días más soleadosdel último verano en Estoril. Por eso ahora él cree que ella oculta algo.
Observa pedazos de madera dispersos en la playa como cadáveres que se secan a la intemperie oscurecidos por los rayos...