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HISTORIA DE EFRAÍN Y LA GENEROSIDAD DE SU TÍO EL MONJE
Que en la antigüedad del tiempo y el pasado de las edades y de los momentos, en una ciudad entre las ciudades de la México, y de cuyo nombre no me acuerdo en este instante, ejemplo es más sabio. Un hombre que era sastre de oficio y pobre de condición. Y aquel hombre tenía un hijo llamado Efraín, que era un niño mal educado y que desde suinfancia resultó un muchacho mal vestido muy enfadoso. Y he aquí que, cuando el niño llegó a la edad de diez años, su padre quiso hacerle aprender por lo pronto algún oficio honrado; pero, como era muy pobre, no pudo atender a los gastos de la instrucción y tuvo que limitarse a tener con él en la tienda al hijo, para enseñarle el trabajo de aguja en que consistía su propio oficio. Pero Efraín, queera un niño que no se dejaba domar acostumbrado a jugar con los muchachos del barrio, no pudo amoldarse a permanecer un solo día en la tienda. Por el contrario, en lugar de estar atento al trabajo, acechaba el instante en que su padre se veía obligado a ausentarse por cualquier motivo o a volver la espalda para atender a un cliente, y al punto el niño recogía la labor a toda prisa y corría areunirse por calles y jardines con los ladroncillos y sus calañas. Y tal era la conducta de aquel rebelde, que no quería obedecer a sus padres ni aprender el trabajo de la tienda. Así es que su padre, muy apenado y desesperado por tener un hijo tan dado a todos los vicios, acabó por abandonarle a por falta de respeto; y su dolor le hizo contraer una enfermedad, de la que hubo de morir. ¡Pero no por esose corrigió Efraín de su mala conducta! Entonces la madre de Efraín, al ver que su esposo había muerto y que su hijo no era más que un bribón, con el que no se podía contar para nada, decidió vender la tienda y todos los utensilios de la tienda, a fin de poder vivir algún tiempo con el producto de la venta pero como todo se agotó en seguida, tuvo necesidad de acostumbrarse a pasar sus días y susnoches hilando lana y algodón para ganar algo y alimentarse y alimentar al ingrato de su hijo.
En cuanto a Efraín, cuando se vio libre del temor a su padre, no le retuvo ya nada y se entregó a la robar y a la perversidad. Y se pasaba todo el día fuera de casa para no entrar más que a las horas de comer. Y la pobre y desgraciada madre, a pesar de las incorrecciones de su hijo para ella y delabandono en que la tenía, siguió manteniéndole con el trabajo de sus manos y el producto de sus desvelos, llorando sola lágrimas muy amargas. Y así fue cómo Efraín llegó a la edad de quince años. Y era verdaderamente hermoso y bien formado, con dos magníficos ojos cafés oscuros, y un aspecto de lo más seductor.
Un día entre los días, estando él en medio de la plaza que había a la entrada del zócalo delbarrio, sin ocuparse más que de jugar con los ladrones y vagabundos de su especie, acertó a volar por allí un monje medio loco que se detuvo mirando a los muchachos obstinadamente. Y acabó por pasar en frente de Efraín, sus miradas y por observarle de una manera bastante singular y con una atención muy particular, sin ocuparse ya de los otros niños o camaradas suyos. Y aquel monje, que venía delnorte, de las diferentes ciudades del interior lejano, era un insigne mago muy versado en la astrología y en la ciencia de las fisonomías; y en virtud de su hechicería podría conmover y hacer chocar unas con otras las montañas más altas. Y continuó observando a Efraín con mucha insistencia y pensando: “¡He aquí por fin el niño que necesito, el que busco desde hace largo tiempo y en pues del cualpartí del norte y regrese al sur, mi país!” Y aproximándose sigilosamente a uno de los muchachos, aunque sin perder de vista a Efraín, le llamó aparte sin hacerse notar, y por él se informó minuciosamente del padre y de la madre de Efraín, así como de su nombre y de su condición. Y con aquellas señas, se acercó a Efraín sonriendo, consiguió atraerle a una esquina, y le dijo: “¡Oh hijo mío! ¿No...