Diaz, Caso Clinico

“…Al contrario de la psiquiatría, la salud mental no se basa en un solo tipo de conocimiento, la psiquiatría es desarrollada por solo, o fundamentalmente, un profesional, el psiquiatra. Cuando nos referimos a la salud mental, ampliamos el espectro de los conocimientos involucrados, de una forma tan rica y polisémica, que encontramos dificultad para delimitar sus fronteras, saber donde empiezan oterminan sus límites”.

Por elegir esta especialización y no otra, y abaladas por el art. 4 de la nueva ley de salud mental, “las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental…” es que hoy nos encontramos contándoles parte de esta historia que por ser una de nuestras primeras experiencias en el campo, generó sendos interrogantes y movimientos de todotipo.
El 19/6 Raúl es” traído” por dos de sus 5 hijos al hospital escuela, y decimos traído porque así literalmente fue. Ya que él no venía, sus hijos “lo internaban”. Tal vez la docilidad del que se sabe culpable, o el sinsentido en el que se había convertido su vida, hacía que acá o allá fuera lo mismo. ¿Era tan así?, ¿realmente a Raúl ya no le interesaba en donde pasaría el resto de suexistencia?. Esas y otras fueron las preguntas que nos hicimos al encontrarlo; sentado en el consultorio donde funciona el equipo de admisión de esta institución y que, luego de su evaluación, decidían derivarlo al GIA (grupo institucional de alcoholismo).
Dentro del GIA se discutía sobre si tomar el pedido de la admisión o si citarlo con turno para una entrevista programada…. Si consideramos loque escribe Foucault al decir que un dispositivo “tiene por función responder a una urgencia en determinado momento”, o como diría Deleuze:“Son máquinas para hacer ver y hacer hablar”. Es una forma de intervención que arman, crean los trabajadores, fundamentándose en las demandas de ese momento… en determinada “urgencia” institucional o de algún sujeto particular. Lo que implica hacer lugar aefectos inesperados. la conducta a tomar era clara...

Detrás de esos oscuros anteojos negros y sin pronunciar ni una palabra; (aunque a decir verdad parecía no hacer falta, ya que sus hijos se encargaron de contar con lujo de detalles y mucho dolor, toda la historia de su vida); estaba él un hombre de entre 60 y 70 años, derivado de la Municipalidad de Villa Elisa.
Con un informe firmado poruna psicóloga y una trabajadora social que detallaba algo de los padecimientos del paciente y sin un diagnostico probable ni criterios de internación; viudo de hacía 14 años, etilista crónico y de jerarquía, curandero, con una historia de internaciones recurrentes por situaciones de violencia con familiares, que según aporta su historia clínica, todas asociadas al consumo sistemático de alcohol,intervenciones policiales y “demases” que hacían de su visita al hospital algo conocido, por lo menos para el grupo familiar.
¿Qué tenía de diferente esta vez?, ¿había algo distinto?. Y si… lo distinto (por lo menos visto desde aquí), éramos nosotras dos, residentes de primer año, que hacíamos nuestros primeros intentos (y ya no ensayos) de entrevista.
Nosotras, representantes del GIA ynuestro encuentro con los representantes de otro dispositivo (admisión) puso en juego: Presiones subjetivas y de los otros( había que “convencer” a éstos hijos que lo mejor para su papá no era la institucionalización), inseguridades también de los dos sectores, quedando expuesto cuando del “otro” dispositivo manifestaron que nosotras (cabe aclarar que no nos conocían) no contábamos experienciasuficiente para abordar dicha tarea, lo cual puede ser cierto, pero aprendimos en estos meses que:“Para trabajar con otro, primero hay que reconocerlo como un interlocutor. Ese reconocimiento implica la aceptación de que ese otro tiene algo que uno no, y que con eso lo puede ayudar. (¿hay equipo?- María Victoria –Noguera). Teníamos algo para aportar, los otros reconocían esto, cuan necesario es el...