El Amor

Loving
Yendo una mañana de paseo por las calles de madrid, vi en el suelo un objeto rojo; me bajé: era un sangriento y vivo corazón que recogí cuidadosamente. «Debe de habérsele perdido a algún hombre», pensé al observar lo blanco y delicado, que, al contacto de mis dedos, palpitaba como si estuviese dentro del pecho de su dueño. Lo envolví con esmero dentro de un paño, lo abrigué, lo escondíbajo mi ropa, y me dediqué a averiguar quién era el hombre que había perdido el corazón en la calle. Para indagar mejor, adquirí unos maravillosos anteojos que permitían ver, al través del corpiño, de la ropa interior, de la carne y de las costillas -como por esos relicarios que son el busto de una santa y tienen en el pecho una ventanita de cristal-, el lugar que ocupa el corazón.
Apenas me hubecalado mis lentes mágicos, miré ansiosamente al primer hombre que pasaba, y ¡oh asombro!, el hombre no tenía corazón. El debía de ser, sin duda, el propietario de mi hallazgo. Lo raro fue que, al decirle yo cómo había encontrado su corazón y lo conservaba a sus órdenes de si gustaba recogerlo, el hombre, indignado, juró y perjuró que no había perdido cosa alguna; que su corazón estaba donde solíay que lo sentía perfectamente pulsar, recibir y expeler la sangre. En vista de la terquedad del hombre, lo dejé y me volví hacia otro, joven super lindo , tierno, alegre. ¡Dios santo! En su blanco pecho vi la misma oquedad, el mismo agujero azul, sin nada allá dentro, nada, nada. ¡Tampoco éste tenía corazón! Y cuando le ofrecí respetuosamente el que yo llevaba guardadito, no lo quiso admitir,alegando que era ofenderlo de un modo grave suponer que, o le faltaba el corazón, o era tan descuidado que había podido perderlo así en la vía pública sin que lo advirtiese.

Y pasaron centenares de hombres, niños, lindos y feos, y pelirrubias, tristes y vivarachas; y a todos les eché los anteojos, y en todas noté que del corazón sólo tenían el sitio, porque el corazón no había existido nunca, ose había perdido tiempo atrás. Y todos sin excepción alguna, al querer yo devolverles el corazón de que carecían, se negaban aceptarlo, ya porque creían tenerlo, ya porque sin él se encontraban divinamente, ya porque no se atrevían a arrostrar el peligro de poseer un corazón. Iba desesperando de restituir a un pecho de hombre el pobre corazón abandonado, cuando, por casualidad, con ayuda de mislentes, acerté a ver que pasaba por la calle una niño pálido, y en su pecho, ¡por fin!, vi su corazón, un verdadero corazón de carne, que saltaba, latía y sentía. No sé por qué -pues reconozco que era un absurdo brindar corazón a quien lo tenía tan vivo y tan despierto- se me ocurrió hacer la prueba de presentarle el que habían desechado todas, y he aquí que el niño, en vez de rechazarme como losdemás, abrió su pecho y recibió el corazón que yo, en mi fatiga, iba a dejar otra vez caído sobre los guijarros.
Súper feliz con dos corazones, el niño pálido se puso mucho más pálido aún: las emociones, lo estremecían hasta la médula; hacían afectos en el con cruel intensidad; la amistad, la compasión, la tristeza, la alegría, el amor, los celos, debía de comprender que tener dos corazón ibahacer más difícil soportar el dolor que los demás le causarían.
Pero a el niño no le importaba y deicidio arriesgarse con tan solo trece años decio entregar el corazón a la primera persona que había llenado su mundo de colores ,de pura magia , de puras ilusiones para el
Concio a Magerline la niña que supuestamente era la mujer perfecta para el Quien ya resplandecía todo el fulgor de la belleza.Tenía la cara oval, pero no muy prolongada; los labios carnosos, entreabiertos y risueños; los ojos lánguidamente entornados, y un hoyuelo en la barba, que parecía abierto por la yema del dedo juguetón de Cupido

El niño comenzó a caminar pensando en ella
Al fin, en una calle muy solitaria, un aroma que traía la brisa hizo latir fuertemente el corazón del niño ; no olía a gloria, pero sí...