El cerebro
Desde el comienzo Rorty me pareció un pensador de una honestidad poco frecuente en la Filosofía, que además de un inigualable estilo [se puede llegar a discutir si Rorty es o no el pensadormás importante de la actualidad, pero es indiscutible que es el mejor escritor filosófico surgido desde Bertrand Russell] poseía un atípico sentido del humor, propio del ironista, alguien capaz dedistanciarse de sí mismo y no tomarse demasiado en serio.
Así, con Rorty descubrí un nuevo estado de animo en la Filosofía. Con él se inauguraba una actitud postpesimita, así como una renovadadisposición al debate transparente y frontal, una invitación al diálogo interdisciplinario genuino, a la discusión crítica y al desarrollo de un pensamiento original e independiente, "al aire libre" -pordecirlo de alguna forma- como condición de la higiene y buena salud de la Filosofía. Así con Rorty -me pareció- la Filosofía podía salir del marco hermético de ciertos departamentos universitarios, aisladosy emplazados como sociedades secretas, con sus propias retóricas, sus propios ritos de iniciación e incluso sus propios santones.
Rorty rescató a la filosofía de sus limitaciones analíticas y ladevolvió a preocupaciones centrales tocantes a las formas de organizar la convivencia en una comunidad política, como entablar diálogos con gente en apariencia no sólo diferente, sino hostil a lasposiciones en que nos encontramos instalados en la vida.
Para Rorty, la convergencia entre pragmatismo y mentalidad norteamericana radica precisamente en esto y opera sustutuyendo “las nociones de...
Regístrate para leer el documento completo.