El Cuerpoel Oficio De La Pasión Por Santiago Kovadloff

Páginas: 6 (1408 palabras) Publicado: 21 de enero de 2013
EL OFICIO DE LA PASIÓN Por Santiago Kovadloff
En vidas como las nuestras, donde todo parece destinado a transformarse, la vocación se manifiesta como un fenómeno anómalo: resiste, indoblegable, el paso del tiempo; expresa, en su constancia sin mengua, la magnitud de su misterio.La vocación, digámoslo desde ya, no es una elección. Hay, entre una y otra, radicales diferencias. La elección essiempre obra del sujeto; la vocación, en cambio, da forma al sujeto, lo constituye. Sí, la vocación nos elige. Ella dispone de nosotros, se nos impone.Podemos, es cierto, desatenderla; no obrar en consonancia con su signo. Pero ese desapego acarrea un costo y ese costo, invariablemente, es el de un profundo desasosiego. Es que al no aceptar ser lo que hacemos, difícilmente podamos llegar a ser lo quequeramos. Es fácil, sin consecuencias, dejar a un lado esto o aquello. Gustos, aficiones, y hasta intereses pueden soslayarse sin riesgo. Pero no una vocación.Del vigor de una Vocación, sin embargo, no sólo habla su tenaz persistencia en el tiempo. Mucho dice de él, además, la empecinada decisión con que enfrenta el rechazo que a veces le evidenciamos. Porque si es cierto que quebrantar unavocación equivale a perderse, no haberse visto impulsado alguna vez a terminar con ella implica no haberla sentido en toda su compleja intensidad. Es que una vocación tiene, también, mucho de insoportable. Por naturaleza es absorbente, despótica, inflexible. No tolera ambigüedades ni deserciones, no soporta siquiera claudicaciones ocasionales ni deserciones en su asunción. Exige obediencia, estrictoacatamiento. Y lo exige bajo el doble imperativo de la plena subordinación a su mandato y la total consagración a su sentido. Todo ello, como se ve, convierte a la vocación también en una penuria. Porque si es cierto que en su cumplimiento encuentra quien la sirve una de sus máximas satisfacciones, esa misma entrega hace con que los padecimientos que su realización impone alienten, por momentos, eldeseo de olvidarla o, al menos, de alternar entre su yugo férreo y alguna opción menos perentoria y acaso más amena. Es que a veces se hace imprescindible sentir, aunque sea fugazmente, que es nuestra voluntad y no nuestro destino la que comanda el rumbo de nuestra vida, libre al fin del oscuro y poderoso mandato que la ha escogido como su vocera. El que alguna vez anhelemos vernos sustraídos alimperioso tener que obrar dispuesto por la vocación, no deja tampoco de vincularse al hecho de que jamás se sepa a ciencia cierta si es recíproca la pasión que une al creyente con su fe. Podrá comprenderse con claridad, en un momento dado, qué exige de nosotros la vocación pero difícilmente llegará el instante en que nos sintamos persuadidos de está sirviéndola como se debe.Por cierto, el reverso detanta inquietud es la alegría mayor de contar con una pasión o, mejor aún, la alegría de saberse agradado por ella. Y es que, antes que nada y por sobre todo, una vocación. Es la más espléndida victoria que un corazón puede lograr sobre la rutina y la indiferencia, y aun sobre la muerte. Porque la muerte puede derrotarnos sólo si nos sorprende fuera del ejercicio de nuestra pasión. Se trata, vistaasí, de un auténtico privilegio, de un atributo singular. Y quien se entienda como acreedor de tamaño beneficio sabrá que nada ha hecho para merecerlo y que siempre será poco cuanto de sí mismo dé para estar a la altura de la ofrenda.
Jactarse de contar con un don semejante es más que un acto de frivolidad: es un indicio triste de incomprensión de su idiosincrasia. La vocación prueba, con suintrincada naturaleza, que el hombre cabal no es el presuntuoso que se juzga patrón de su alma, sino aquél que se sabe a merced de inclinaciones y misteriosos mandamientos que lo fuerzan a desconocerse, si de verdad se quiere reconocerLa vocación revela a quien lo abraza que es depositario de un mandato esencial y no el forjador del mismo. Es cierto que la función de ese depositario es, en...
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