El llano en llama
Rulfo -cuyo nombre consignado en el acta de nacimiento es Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno-3 a los 17 años ha definido su vocación literaria. En 1933 realiza su primer viaje a la ciudad de México, y vuelve entre el verano y otoño de 1935. Persuadido por su tío, el coronel David Pérez Rulfo, ingresaal colegio militar. El compositor Blas Galindo (1910-1993), nacido en San Gabriel, recuerda “Una vez, ya de joven, regresó vestido de militar; traía su espadín y todo eso...”.4 Pocas semanas después deserta. La presencia indeleble de la violencia de la guerra cristera, pero sobre todo del asesinato de su padre a manos de un peón, fueron motivos que lo alejaron de la milicia. En diciembre de eseaño el subsecretario de Guerra y Marina, general Manuel Ávila Camacho, recomienda al joven Pérez Vizcaíno con el jefe de Migración de Gobernación: al mes siguiente, el futuro escritor recibe su primer nombramiento en esta Secretaría, como “Oficial Quinto”. Al mismo tiempo intenta estudiar leyes en San Ildefonso. No lo consigue. Tampoco puede ingresar como alumno a Filosofía y Letras de la UNAM, queestá en Mascarones. Asiste como oyente a ambas carreras. Sus certificados académicos son insuficientes y no son reconocidos los estudios del seminario. Son tiempos de grandes proyectos para el joven jalisciense, aunque nos los comparte con nadie; la timidez, la reserva y la pesadumbre siempre le siguieron.
Entre 1936 y 1946 Rulfo laboró en la Secretaría de Gobernación, en medio de muchos cambiosde adscripción y no pocos viajes; ahí conoce a Efrén Hernández (1904-1958) que se convertirá en mentor, amigo y único lector de sus borradores. En este lapso se gesta toda su obra y empieza a publicarla en América y Pan. La austeridad y una salud frágil signaron estos primeros años de Rulfo en Gobernación en cuyas oficinas empezó a escribir -entre 1936 y 1937- “El hijo del desaliento”, esa novelafallida de la cual sólo quedó el fragmento “Un pedazo de noche”.5
La revista Pan de Guadalajara -hecha por Juan José Arreola y Antonio Alatorre- en sus ocho meses de existencia le publicó a Rulfo “Nos han dado la tierra” (núm. 2) y “Macario” (núm. 6) en julio y noviembre de 1945. La relación que el escritor de Apulco tuvo con América, de cuyo consejo de colaboradores formó parte, es mucho másprolongada y sólida. Efrén Hernández lo estimuló y auguró los alcances de su talento. En junio de 1946 (núm. 48) esta revista publica el primer texto crítico sobre Rulfo, escrito por su director, Marco Antonio Millán, que anota: “Juan Rulfo se ha distinguido desde sus primeras letras publicadas, por una fresca sencillez soleada de tierra provechosamente llovida y por una hondura de visión pococomunes en nuestro medio literario, dentro del cual habrá de ocupar tarde o temprano el puesto que le van ganando sus pensamientos”. Y en diciembre de 1950, además de “El Llano en llamas”, aparece una nota anónima elogiosa sobre Juan Rulfo:
...cuya calidad empiezan a reconocer ya tirios y troyanos, no está conforme con ser considerado el que mejor de los cuentistas jóvenes ha penetrado el...
Regístrate para leer el documento completo.