El Medio Ambiente

EL VALLE
Caminaba Alexander por el jardín de su casa, maravillándose por cada detalle que el paisaje le ofrecía, su casa estaba situada un tanto lejos del pueblo, cerca a un valle de esplendorosa belleza, con los arboles mas altos y verdes, formando un bosque que te invitaba a entrar y recorrer sus caminos sin temor a perderse en ellos; o al menos eso era lo que él creía. Seguía ensimismado ensus pensamientos cuando se vio interrumpido por una voz tan suave, dulce y melodiosa que no tardó en reaccionar, no obstante, se dio la vuelta lentamente para no dar la impresión de que necesitaba ver con urgencia a la persona dueña de tan hermoso sonido, sí, en verdad había algo que lo fascinaba al mismo grado que su querido valle, algo que había descubierto recientemente, la voz de la mujer quese encontraba frente a sus ojos.

--Joven Alexander, si no se abriga se resfriará, colóquese esto por favor. –dijo Emelda ofreciéndole una manta.

Emelda era el nombre de la mujer que hacía poco tiempo había empezado a trabajar para él después de haberla ayudado, ella había insistido en trabajar para él como agradecimiento por el favor, a cambio ella solo que quería un techo para dormir y unpoco de alimento para subsistir, el acepto emplearla después de pensarlo mucho, además la anterior empleada que tenía había dimitido y la casa se estaba volviendo un desastre, claro que le pagaría, aunque en realidad él no trabajara, la fortuna que sus padres le habían dejado de herencia hacían posible que llevara una vida con comodidades suficientes para no preocuparse por su futuro, además de esono tenía una mala apariencia, de hecho podría decirse que era bastante agraciado, razón por la cual sus empleadas nunca le habían durado mucho tiempo, todas ellas habían terminado enamorándose de él, pero como él era una persona muy apática, siempre mostraba total indiferencia a éstas, no es que odiase a nadie, es que simplemente no le interesaba el mundo, lo único que atraía su atención eraaquel valle que siempre había querido visitar, lamentablemente solo podía verlo de lejos.
Para llegar a ese valle y recorrer sus caminos hacía falta tener buena resistencia, ya que este era muy grande y lamentablemente él era una persona que enfermaba enseguida si es que hacia demasiado esfuerzo. Pero aquí estaba, delante de él, lo que había descubierto recientemente, la voz de Emelda. No sabíaporque, pero cada vez que la escuchaba y veía sentía que su corazón palpitaba tan rápido que sentía que iba a salírsele del pecho, además la fragancia que desprendía ella era como a hierbas frescas, flores y árboles, sí, ahí estaba otra cosa que le encantaba y es que estaba seguro que ella tenía el perfume de su querido valle, después estaba que Emelda era bastante bella con su pelo rojizo, largo ysuavemente ondulado; ojos verdes pardos y por supuesto esbelta, era casi imposible pasar por alto esto último; pero aun así no es como si no hubiera conocido antes a otras mujeres bellas, entonces no comprendía porque se inquietaba ante la presencia de esta mujer, si nunca antes le había interesado otra persona que no fueran sus padres.

-- Joven Alexander, ¿me oye? Le dije que por favor sepusiera esto o se resfriará.
-- Ya te oí Emelda, gracias. —respondió el joven de manera ausente cogiéndolo de sus manos para abrigarse con la manta.

Ahí esta otra vez esta persona, siempre observando fijamente a ese valle, aquel valle que le traía tan malos recuerdos, recuerdos que quería olvidar porque eran dolorosos y…Era mejor apartar eso de su mente ya que no quería regresar al pasado; en vez deeso siguió observando con impaciencia a aquel hombre que la miraba con ojos indiferentes, eso realmente la molestaba, no entendía el porqué, pero así era. Los ojos que poseía aquel hombre, el hombre que la había acogido meses atrás, eran de un color gris claro, tan hermosos y profundos, que cautivaban; su pelo era del negro más oscuro que jamás había visto, enmarcando su rostro de manera...