El milagro japones
FERNANDO COLLANTES
Hubo un tiempo en el que Asia oriental era la región más dinámica de la economía mundial. En especial, parece que entre el siglo V y el siglo XII, mientras Europa vivía sumida en la versión más cruda del feudalismo y la versión más sombría de la llamada “Edad Media”, civilizaciones asiáticas como la islámica, la india y, sobre todo, la china, presentaban economías más dinámicas y con mayor grado de desarrollo tecnológico. A finales del siglo XIX, en cambio, Occidente había tomado ventaja y había impulsado el progreso económico en mayor medida de lo que había podido hacer ninguna de las economías asiáticas. Es difícil especificar cuándo se produjo esta gran divergencia: las opiniones basculan desde los que piensan que comenzó a gestarse a partir de aproximadamente 1500 (con la expansión europea hacia otros continentes y el paulatino ascenso de una economía de mercado en Europa) hasta quienes piensan que la divergencia siguió al desencadenamiento de la revolución industrial en Europa (es decir, una característica del periodo posterior a 1750 o 1800). Lo que está claro es que Asia tendió a quedarse atrás. Tan sólo una economía asiática fue inicialmente capaz de poner en marcha un proceso de desarrollo económico comparable a los occidentales: Japón. Mientras China, la India y el resto de economías asiáticas caminaban hacia el subdesarrollo, Japón fue durante mucho tiempo el único ejemplo de país no occidental capaz de impulsar un proceso de industrialización. La historia del desarrollo japonés comienza, sin embargo, antes de la industrialización. Los últimos siglos de la economía preindustrial japonesa, el llamado periodo Tokugawa (16001868) se caracterizaron ya por un cierto dinamismo: dinamismo en la agricultura, dinamismo en la manufactura, integración del mercado interior… En realidad, este tipo de crecimiento preindustrial alimentó a la economía japonesa hasta finales del
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siglo XIX y, además, dejó como herencia algunos elementos positivos que serían aprovechados para el posterior desarrollo de un proceso moderno de industrialización.
CUADRO 1. La población de Japón y los “ dragones” asiáticos (millones de
personas) Japón
0 1000 1500 1820 1870 1913 1950 1973 1998 3,0 7,5 15,4 31,0 34,4 51,7 83,6 108,7 126,5
Corea del Sur
HongKong
Singapur
Taiwán
13,8 14,3 16,0 20,8 34,0 46,4
0,0 0,1 0,5 2,2 4,2 6,7
0,0 0,1 0,3 1,0 2,1 3,5
2,0 2,3 3,5 7,9 15,4 21,8
Fuente: Maddison (2002: 213, 240). La industrialización tomó el relevo a partir de finales del siglo XIX. En 1868, la restauración Meiji impulsó un cambio institucional destinado a acabar con los frenos al crecimiento propios del antiguo régimen. La industrialización moderna comenzó a tirar de la economía japonesa a partir de la última década del siglo XIX y, desde entonces y hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la economía japonesa convergió con las economías más desarrolladas del mundo (salvo Estados Unidos). A la altura de 1939, Japón no había conseguido eliminar la brecha que la separaba de dichas economías, pero presentaba varias décadas de crecimiento ininterrumpido a un ritmo notable. Además, Japón había comenzado a registrar los cambios estructurales generalmente asociados al desarrollo económico. Por ejemplo, había comenzado a caer el peso del empleo agrario, los movimientos migratorios campociudad habían impulsado el aumento de la tasa de urbanización, y las exportaciones del país habían dejado de ser exportaciones de productos primarios (como la seda, principal producto de exportación a finales del XIX) y habían pasado a ser ...
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