El mártir de las catacumbas

El Mártir de las Catacumbas
Este libro cuenta la historia sobre un guardia pretoriano llamado Marcelo que vivía al servicio del poderoso ejército de la antigua Roma.
Reconocido por su más franco y osado carácter y por su gran valor en el campo de batalla, Marcelo, recién llegaba a conocer el ambiente que le rodeaba, y lo hizo en el momento en que los corazones de su pueblo se hallaban dados ala crueldad y a la opresión.
El mayor ejemplo de esta terrible hambre que solo era saciada con brutalidad, se podía visualizar en las atrocidades celebradas en su majestuoso Coliseo, el cual había sido ideado sobre todo, para aterrorizar e infundir sumisión en el alma del espectador; ahí se aclamaban y aplaudían batallas indignas, de hombres angustiados contra poderosos y sanguinariosgladiadores provistos de la más amplia gama de armas creadas para agudizar el sufrimiento del combatiente en desventaja; y si algún venturoso lograba desafiar y vencer, sin misericordia alguna, se le enfrentaba entonces contra fieras salvajes, monumentales y exasperadas por su natural sed de sangre.
De esta manera, el gobierno romano logró complacer tanto a su pueblo cómo para congregarlo en multitudes,todos excitados por los actos bárbaros y atroces, siempre gritando en euforia pidiendo más y aplaudiendo, risoteando sin compasión al ver como decenas de hombres desfallecían entre sangre y horror.
En una ocasión, estando Marcelo en el Coliseo acompañado de su fiel amigo Lúculo vio algo incomparable que llenó sus ojos y conmovió su duro corazón, él pudo presenciar la lucha de un reconocidogladiador llamado Macel, que sin dudar aniquilaba en un instante fugaz las vidas de fieras amenazantes en el Coliseo. La multitud le aclamaba por su inigualable destreza e increíble habilidad en la lucha, pero cuando se le enfrentó contra otro gladiador que estaba ya maltrecho y herido, con quien combatiría solo para darle muerte e iniciar otra actividad sanguinaria, sucedió que este extraordinariogladiador ofreció su vida antes de poner su mano sobre la vida un hombre y sin dudarlo elevó su voz gritando: Augusto Emperador ¡Yo soy Cristiano! ¡Y no me levantaré jamás contra mis semejantes! Un murmullo estruendoso se levantaba en el coliseo, la indignación ante tan despreciable acto se veía crecer en los ojos de los presentes que esperaban su justa ración de violencia. Varios en la arenainsistieron para animar a que la lucha continuara, pero La Firmeza del Cristiano era Inconmovible y esto no solo se podía suponer, sino que se le notaba en sus ojos relumbrantes, que seguramente tenía puestos en Jesucristo su Salvador.
Al ver que Macel no acometería contra él, el otro gladiador agonizante, usó sus pocas fuerzas, tomó su espada y en poco tiempo el inquebrantable Macel fue embestido de unataque directo al corazón y mientras su vida le era arrancada se le escucho musitar con remanso: ¡SEÑOR JESÚS, RECIBE MI ESPÍRITU!
Marcelo no podía comprender la entrega voluntaria de aquel gladiador, ni tenía algún conocimiento de aquel salvador por quien se entregaba firme y valiente.
De inmediato en la arena entró un solemne anciano de edad muy avanzada, el cual fue recibido entre burlas ygritos, este venerable hombre era un reconocido maestro entre los cristianos al cual se le retaba para que salvase su vida si tan solo se retractaba de su fe en Cristo, a él le animaban gritando: Niega a tu Dios y ríndete al Imperio, así tu vida será preservada, pero él tenía sus ojos puestos en una vida eterna en la tierra que fluye leche y miel, fue por eso que respondió a gran voz: Romanos, YoSoy Cristiano, Mi Dios murió por mí, y yo gozoso ofrezco mi vida por Él.
Al instante, mientras oraba de pie, cayeron sobre él bestias salvajes que en cuestión de segundos lo habían despedazado.
Seguidamente dejaron entrar más fieras a la arena, y en medio de la misma arrojaron a un grupo de prisioneros, en su mayoría jovencitas cristianas, se les veía encogidas y temerosas, pero cuando las...