El Paraíso Perdido
¿Por qué hay queleer, pues, Paraíso perdido? Se me ocurren dos motivos. En primer lugar, por el poderío de su verbo, por su vendaval lingüístico. Como Shakespeare, que nos arrebata aunque esté mal traducido, o aunque no lo entendamos, Milton nos captura con la majestuosidad ígnea de su dicción. En cualquier rincón del poema hallamos, en forma de trueno o de susurro, esa pujanza elocutiva. Cuando, en el libro viii,un atribulado Adán le pregunta al arcángel Rafael por la licitud de sus amores carnales con Eva y por su correspondencia entre los seres celestiales, Rafael no le da la respuesta establecida por la teología –que los ángeles carecen de cuerpo–, sino ésta, permeada de platonismo: “Y en ausencia del amor no existe dicha. /Lo que tú de puro en el cuerpo gozas/(Y creado puro fuiste) lo gozamos losEspíritus/En eminencia, sin obstáculo ninguno/ de membrana, miembro o hueso, excluyentes trabas:/ Más que el aire con el aire, si los Ángeles se abrazan, /Se fusionan por completo, uniéndose pureza/A lo puro que desea; no requieren medio restringido, /Como carne que con carne se combine, o alma y alma” (vs. 621-629). Para conseguir este impacto verbal, una buena traducción resulta imprescindible.Siempre lo es, pero en estos supuestos de particular calado expresivo e ideológico, más todavía. Y la labor de Bel Atreides, el responsable de la edición, es irreprochable. Su versión transpone los vericuetos del original con una precisión y una elegancia extraordinarias, y no desfallece nunca en su propósito estético: es siempre, ante todo, una versión literaria, otro Paraíso perdido, espejo o sosiaso desdoblamiento del original. El trabajo de Atreides, amén de muchas otras dificultades, ha de despejar una inicial, que ha conturbado a todos sus traductores desde Jovellanos, el primero en trasladar trechos del libro al castellano, en qué molde verter el pentámetro yámbico del texto inglés. Frente a la opción mayoritaria por el endecasílabo –que han utilizado, por ejemplo, Esteban Pujals yManuel Álvarez de Toledo en sus versiones de 1986 y 1988, respectivamente–, Atreides se inclina por el amétrico trocaico, “porque ofrece la mayor flexibilidad para adaptarse a las secuencias de Milton, respetar el número de versos del texto fuente y, la mayor parte de las veces también, la estructura de las oraciones y los encabalgamientos”. Su tarea se completa con un prólogo iconoclasta y unas...
Regístrate para leer el documento completo.