El seglar en la Iglesia

El seglar en la Iglesia es un Rollo en el apostolado seglar. No es principalmente un Rollo
sobre la Iglesia. Es fácil desenfocar el Rollo de su finalidad dando demasiado énfasis a la
misión de la Iglesia. La Iglesia se debe presentar principalmente en su dimensión
apostólica o misionera para que el participante pueda ver que como apóstol forma parte
activa de la misma. El papel del seglar sedebe presentar principalmente en la normalidad
de su vida. El punto que necesita hacerse acerca del papel del seglar es que ellos son una
parte activa en la misión de la Iglesia porque son Iglesia y, por lo tanto, tienen que
encarnar a Cristo en todas las circunstancias de la vida: familia, trabajo, diversión, etc.
Otro punto clave que se presenta en este Rollo es el amplio campo delapostolado seglar.
La mayoría de los participantes tenderán mentalmente restringir el apostolado a hacer las
cosas de "iglesia", ignorando de tal modo el "mundo" en el término de su amplio
significado. La Persona seglar, en otras palabras, tiene una función muy particular.
Las palabras del Papa Pablo VI a los cursillistas reunidos en Roma, trazan un programa
en cuatro partes que es válido para todoSeglar: Primero, la tarea permanente del Seglar
siempre será la introducción del Evangelio en la vida, por medio del encuentro y la
amistad personal con Dios, y en comunión con nuestros hermanos y hermanas
(Constitución sobre la Iglesia, No. 31). Segundo, el Seglar, al hacerse mejor Cristiano,
reforma sus actitudes. Estando convertido, cree en la Buena Nueva y la hace vida
(Constitución sobrela Iglesia, No. 42). Tercero, el Seglar transforma el orden temporal
en el cual está inmerso tomando su propia responsabilidad seriamente (Decreto del
Apostolado Seglar, No. 7). Cuarto, el Seglar realiza su ideal humano y Cristiano en el
mundo y en la Iglesia, conformando su vida a la imagen de Cristo y llevando esta vida a
sus compromisos temporales en todos los niveles: personal, familiar,profesional, cívico,
socioeconómico, político, etc. (Decreto del Apostolado Seglar, No. 4).
No hagamos raro lo cristiano

Entrar en las iglesias está muy bien, rezar a Dios con devota costumbre es algo fenómeno (y de lo más necesario), enternecerse con el repique de las campanas o el incienso o un párrafo ascético es un buen signo, gustar de estampas y novenas o pulseras de imágenes de santos ocoleccionar rosarios o devocionarios o hacerse un tatuaje de san Teobaldo pues resulta estupendo, frecuentar la compañía de benditos sacerdotes nunca está de más, ponerse un capirote en Semana Santa y sacar en procesión el alma o el folklore (que eso depende de cada uno) a mí me emociona, y adentrarse en tinglados eclesiales o pastorales es una clara postura de sacar la cara por Cristo, y yo loadmiro. Sí, todo eso está muy bien. Y muchas más cosas que olvido ahora y que son maravillosas en la riquísima variedad de formas y maneras de amar a Dios.

Pero, al menos yo, siempre he sentido el impulso de no hacer raro lo cristiano, porque no lo es (y tampoco digo que lo que he dicho antes sea por completo raro). De hacerlo más natural y vivo y cotidiano. De no orillarlo en los reclinatorios,o en los pasos, o en los etcétera de las capillas. Siempre he sentido la urgencia de cristianizar la calle, la universidad, la compra, los bares y sus aperitivos, la literatura y lo más mío, a base de avemarías o de un diálogo fluido con Dios. Con mi vocabulario. Y le hago partícipe a Dios del tráfico, de mis cabreos, de esa chica y su belleza, de las noticias, de mi pereza… Todos los días y atodas las horas. Él y yo. Que lo que yo haga o diga no reniegue de Cristo. Siendo un tipo normal, sin rarezas. Sin un empacho de cosas pías o prosapias clericales.

La verdadera piedad siempre me ha parecido, pues eso, mi vida corriente en la intimidad de Dios. Entera. No sólo un aspecto o un tiempo o un paréntesis. No. Toda ella en unidad de vida y de entrega. En el templo donde me muevo, que es...