El simbolo perdido

Todo encaja en el mapa mágico de Washington D.C., escenario que ha escogido Dan Brown para su última novela, El símbolo perdido.
La acción se desarrolla durante doce horas, en lugares comunes devisita turística, donde habitualmente nos explican muy por encima la idea original de los padres de la patria americana, los porqués y cómos de los trazados arquitectónicos y una leve insinuacióna su relación con el ideal masónico, creando el principio de lo misterioso.
Pero en el símbolo perdido vemos como su protagonista, Robert Langdon, experto en simbología, famoso conferenciante yuna autoridad en los temas masónicos, es citado al punto primigenio donde se fraguaron las bases del poder de los EE.UU., para explicar sus conocimientos en una supuesta reunión de interesados en eltema.
Los capítulos de la novela te van atrapando, sigues pasando páginas, entras en la trama descubres el engaño, te alias con el ideal de preservación de los secretos, siempre dudando de quiendebe guardarlo, para revelar los conocimientos al mundo que pondrá en orden el caos.
A todos les interesa llegar a poseer el objeto, que les pondrá en el buen camino. A unos por la seguridadnacional, a otros por la fidelidad al juramento o por responsabilidades dentro de su cargo, utilizando la más alta perspicacia y tecnología para que el enigma sea resulto, siempre sabiendo que lesdará el poder total.
Es un paseo por la numerología, tomando el 33, bien conocido por todos como lo que representa en los distintos ámbitos del bien y del mal, acuciados por su interés intelectual ylos desafíos que siempre mantuvieron sobre la verdad suprema y el conocimiento, que el personaje de Peter Solomon, como último guardián preserva de malas influencias, completado con losexperimentos de su hermana Katherine, punteados como ciencia, para no ser demasiado explícitos en esas nuevas formas de medir las capacidades y las sensaciones.
De la mano de buenos y malos

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