El terrorista

El terrorista considera que puede decidir sobre la vida o la muerte de un ciudadano particular, sobre una autoridad o sobre un monumento porque estos representan, en mayor o menor medida, al Estadoque el terrorista quiere destruir para imponer su régimen de terror, de absoluta cohesión comunitaria y total ritualización de la vida cotidiana. El Estado totalitario es la ambición del terrorista: unEstado donde las paradojas se exasperan porque la negación de la humanidad de cada uno de sus integrantes tiene como correlato la personificación tiránica del poder. Mientras más invisible elindividuo particular y concreto, más presente el culto de la personalidad y más apabullante la iconografía del mesías que da consistencia unitaria a la comunidad. El Estado soy Yo, dice el tirano en todassus versiones, y decide quién vive y quién muere en una lotería que, más tarde que temprano, también termina por convertirlo a él mismo en verdugo de sí mismo. Por eso los regímenes personalistasclaudican junto con el tiranuelo de ocasión. Porque ninguno alcanza la inmortalidad. La historia los padece y los guarda con pesar, doliéndose de sí misma, porque, en realidad, está en busca de un alguienque dé con la justicia: el modo de vivir que con más justicia merezca la pena ser vivido.

En la opinión más corriente del terrorista, se dice que se trata de un ser desalmado que procede con totalsangre fría, sin contemplaciones, por la pura satisfacción perversa

Las bases del Estado se socaban con la discrepancia porque esta, precisamente, pospone las ejecuciones. Juzgar si alguien mereceo no morir requiere un procedimiento, pero prima la practicidad. No hay lugar para dilaciones. La matanza se vuelve urgente y necesaria. La carnicería despliega toda su potencia cuando se persigue yasesina a los que piensan distinto: ellos son los principales enemigos. El pensamiento único borra toda posibilidad de duda matando a los que dudan e intimidando, vía el castigo ejemplar, a los que...