Encíclica juan pablo ii
Laborem Exercens – Trabajo Laboral Juan Pablo II
Pensamiento Social Cristiano El problema del trabajo, clave de la cuestión social
10 de diciembre de 2010
En medio de todos estos procesos, tanto del diagnóstico de la realidad social objetiva como también de las enseñanzas de la Iglesia en el ámbito de la compleja y variada cuestión social “el problema del trabajo humano” aparece naturalmente muchas veces. Es, de alguna manera, un elemento fijo tanto de la vida social como de las enseñanzas de la Iglesia. En esta enseñanza, sin embargo, la atención del problema se remonta más allá de los últimos noventa años. En efecto, la doctrina social de la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura, comenzando por el libro del Génesis y, en particular, en el Evangelio y en los escritos apostólicos. Esa doctrina perteneció desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida social y, especialmente, a la moral social elaborada según las necesidades de las distintas épocas. Este patrimonio ha sido después heredado y desarrollado por las enseñanzas de los Pontífices sobre la moderna “cuestión social”, empezando por la encíclica “Rerum Novarum”. En el contexto de la esta cuestión, la profundización del problema del trabajo ha experimentado una continua puesta al día conservando siempre aquella base cristiana de verdad que podemos llamar perenne, es decir, una teoría fundada en la recolección o generalización de ideas comúnmente aceptadas en todas las épocas conocidas. Trabajo dignidad de las personas Continuando en la perspectiva del hombre como sujeto del trabajo, se identifican al menos sintéticamente, algunos problemas que definen con mayor aproximación la dignidad del trabajo humano, ya que permiten distinguir más plenamente su específico valor moral. Hay que hacer esto, teniendo siempre la vocación bíblica a “dominar la tierra” en la que se ha expresado la voluntad del Creador, para que el trabajo ofreciera al hombre la posibilidad de alcanzar el dominio que le es propio en el mundo visible. La intención fundamental y primordial de Dios respecto del hombre, qué él creó a su semejanza y a su imagen, no ha sido revocada ni anulada. El hombre desde su orígenes ha trabajado dura con su sudor y fatiga que desde entonces acompaña al trabajo humano, pero este hecho es conocido universalmente experimentado, ya que lo saben los hombres que a través de sus manos transforman los productos terminados por medio de materias primas básicas, hombres que trabajan en obras de albañilería y en el sector de la construcción con frecuente peligro de su vida o de su invalidez, frente a los peligros que conlleva este sector, incluso con las implantaciones tan rigurosas en la actualidad de las prevenciones de riesgos laborales, frente los siglos anteriores, igualmente lo saben los médicos y los enfermeros, que velan día y noche junto a los enfermos. Lo saben las mujeres, que a veces sin un adecuado reconocimiento por parte de la sociedad y de sus mismo familiares, soportan cada día la fatiga y la responsabilidad de la casa y de la educación de los hijos, incluso en estos cambios de la situación actual, con la igualdad de derechos, en los que aún sigue permaneciendo una alta responsabilidad de la mujer trabajadora (no ama de casa) frente al hombre, tanto a nivel doméstico como laboral, etc. | Encíclica: Laborem Exercens 2
Pensamiento Social Cristiano
10 de diciembre de 2010
No obstante, con toda esta fatiga y quizás en un cierto sentido, debido a ella, el trabajo es un bien del hombre. ...
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