Entre tanta ilusión

Entre Tanta Ilusión

Fueron once palabras que me cautivaron, que me enfermaron el cerebro. Desde el momento en que las pronunció, supe que mi destino y mi futuro seencontrarían junto a ella, comiendo de su mano como lo hace un pobre infeliz en el infierno luego de venderle el alma al diablo.

Morir en su cuerpo, en ese tesoro con dueñoque me emborrachaba y me seducía se había transformado en mi obsesión. Repentinamente deje de existir para mis amigos, para mi familia, solamente existía por y para ella.Cada vez que la cruzaba sentía que su mirada me penetraba, pero a su vez una armonía que jamás volví a encontrar en otra persona. No podía apartar mis ojos de los suyos hasta quefinalmente me ganaba por cansancio. Ella nunca se cansaba, por momentos pensaba que era un monstruo.

“Sos peor que una droga, un asesino difuso”, le escupí una tarde peroa ella poco le importaba lo que me sucedía. Siempre supo que pasara lo que pasara yo estaría hipnotizado frente a su presencia. En su sonrisa veía una aventura, jugaba alconquistador intentando descubrir algo que ya estaba descubierto.

Una y otra vez la seducía el vicio de que nadie esperara por su cariño. Nunca supe si no podía o no queríaentender que toda una vida se caía a sus pies, era un maleficio del cual no me podía librar. No pude evitar compararla con lo que significaba el cadáver de Eva Perón para ciertogobierno militar: Un estorbo.

Entre tantas ilusiones en mi existencia, me topé con la realidad de que nunca le encontré solución al problema más hermoso y adictivo que la vidame dio. No tuve ganas de seguir con tal martirio pero tampoco de parar. Pensar que se apropio de mi con una simple frase: “Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo”.