Extremo virtuoso
En Medellín el Metro ha terminado por representar el otro extremo. El martilleo de los altoparlantes y el silencio de los trenes conformaron una especie de religión que se ve muy bien desde elatrio pero no deja de tener sus excesos. Las plataformas y las escaleras de las estaciones dan la impresión de estar siempre recién trapeadas. Relucientes y oliendo a Cresopinol como las iglesias depueblo. Al pasar los torniquetes la gente baja el tono de la conversación y camina con una nueva compostura. Pisa con maña, saluda con una venia amable, evita el ceño fruncido del pasajero de bus. Alprincipio se creyó que era simple montañerada y que con el tiempo las estaciones perderían ese aire de convento de monjas en Yarumal. Pero la buena conducta se conservó y entonces decidieron llamarlaCultura Metro.
El peligro es que tanta decencia, tanto comedimiento y tanta educación se convierta en una pequeña tiranía. Cada vez son más frecuentes las quejas de algunos usuarios por discriminacióny abusos por parte de la vigilancia del Metro de Medellín. Primero apareció la queja de los homosexuales por los regaños de los policías cuando dos hombres o dos mujeres esperan el tren cogidos de...
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