falacias y sofismas

NOMBRE: MICHELLE CHICAIZA
CURSO: 2º”G”CIENCIAS
TEMA: LA GLORIOSA
La Gloriosa, el legendario levantamiento del 28 de mayo de 1944, y su impacto en el ámbito nacional han sido analizados a fondo por los historiadores y politólogos que presentan los hechos en pantalla gigante. A la cabeza del reparto, José María Velasco Ibarra, que inspiró el golpe; en papeles secundarios, los oficiales jóvenesque se sublevaron y el pueblo que los apoyó. Pero la historia no siempre se escribe con mayúsculas. La historia debe también incluir a testigos menores, cuyas vidas son afectadas por las acciones de los actores principales de la trama. Uno de esos testigos soy yo. La Gloriosa es la revolución que sacó del poder a Carlos Arroyo del Río (bajo cuyo mandato el Ecuador perdió la guerra de 1941 contrael Perú) y puso en su lugar a Velasco Ibarra. Pero La Gloriosa cambió también definitivamente la vida de mi familia.
Mis memorias vienen de la noche de los hechos. Recuerdo entre sueños un ruido como de fuegos artificiales seguidos de urgentes golpes a la puerta y la voz de un hombre hablando con mi madre, Laura Triviño. Vivíamos en un departamento en el cuarto piso del edificio de la Zona Militaren la calle Nueve de Octubre, cerca al parque Centenario, en Guayaquil. Estábamos solas esa noche porque mi padre, el teniente coronel Alejandro Alvear, del Estado Mayor de la Segunda Zona Militar, había viajado a Manabí. El hombre que vino a despertarnos era el radio operador de la Zona que, con un fusil en su temblorosa mano, nos dijo que debíamos bajar al sótano porque había mucho tiroteo yera peligroso estar en un piso alto.
Me desperté por completo cuando mamá entró al dormitorio y nos hizo vestir. En ese entonces, eramos tres hijas: Alexandra, de 7 años; yo, de 4 y Magdalena, de meses, y nuestra prima Marta Chiriboga, de 12 años. Siguiendo el ejemplo del radio operador, gateamos por las escaleras al sótano. Allí, se encontraba el cuidador del edificio con su familia y la familiade otro oficial que eran nuestros vecinos en el cuarto piso. La señora había bajado un colchón y lo usaba como un escudo porque, según decía, esto detendría cualquier bala perdida.
Era imposible dormir con el ruido de los tiroteos y, como niñas que éramos, nos dedicamos a jugar toda la noche. Mi madre estaba aterrada, pero no lo demostraba, incluso, un par de horas después, tuvo que gatear hastael cuarto piso para conseguir pañales limpios y leche para mi hermana Magdalena. Después, nos contó que había soldados con ametralladoras en la puerta del edificio. El golpe terminó con el triunfo de los sublevados. Las hijas del cuidador salieron al patio y regresaron con las faldas llenas de los cartuchos vacíos que habían caído como del cielo.
A media mañana, llegó el Dr. Astudillo, de la CruzRoja de Guayaquil, que, a pedido de mi abuelo, don Albino Triviño, venía a rescatarnos. Al salir del edificio, nos abrimos paso a través de una multitud que gritaba vivas al todavía ausente Velasco Ibarra que estaba en Colombia y entraría al Ecuador por tierra una vez que el golpe triunfara. El carro de la Cruz Roja nos llevó a la casa de mis abuelos en Las Peñas. Mientras jugábamos con nuestrasprimas, oía a los mayores hablar de que los oficiales jóvenes habían armado al pueblo, que Arroyo del Río se había refugiado en una embajada y que docenas de carabineros, odiados por sus tácticas, habían muerto durante un ataque a su cuartel.
Los siguientes días fueron de gran angustia para mi madre porque no tenía noticias de mi padre. Y, a medida que se conocían mas detalles sobre la terriblesuerte de los carabineros en Guayaquil y de uno de sus jefes, Carbo Paredes, cuyo cuerpo fue arrastrado por las calles de Riobamba, crecía el temor. Una de mis tías, María Triviño viuda de Valdez, que sufría de una grave enfermedad cardíaca, se levantó de su lecho de enferma y acompañó a mamá en su búsqueda. Cuando un centinela trató de cerrarles el paso en un cuartel, mi tía le dijo que no le...