Hijo de ladron

Páginas: 7 (1674 palabras) Publicado: 26 de octubre de 2010
Hijo de ladrón
Manuel Rojas
Zig-Zag, 28ª edición: febrero de 1997.

..... ¿Qué podía contar a mi amigo? Mi vida era como secreta, una vida para mí solo. Un día murió mi madre. Mi padre nos despertó al amanecer:
..... -Mamá está mal -dijo.
..... Agregó, dirigiéndose a los mayores:
..... -Vengan ustedes.
..... Joao y Ezequiel sevistieron y salieron. Los otros dos, luchando con el sueño y con el sobresalto, nos quedamos sentados en la cama. Transcurrió un largo rato. Se oyeron pasos de caballos y el retintín de la campanilla de una ambulancia; después pasos dentro de la casa. Luego todo quedó en silencio. Por fin, Ezequiel apareció en el cuarto.
..... -Nos vamos -anunció-. Papá dice que no se muevan de aquí.Volveremos pronto.
..... -¿Qué pasa, Ezequiel?
..... -Mamá está enferma.
..... -¿Qué tiene?
..... Se encogió de hombros e hizo ademán de retirarse.
..... -¡Ezequiel! -llamé-. ¿Para dónde la llevan?
..... -A la Asistencia Pública.
..... Se fue. Sonó la puerta de calle, se oyó de nuevo la campanilla de la ambulancia, yDaniel y yo, mirándonos a la luz de la vela, nos quedamos solos y callados, expectantes:
..... -¿Qué tendrá?
..... Mi madre gozaba de buena salud; nunca se quejaba y jamás la vimos, como a otras señoras, ponerse en las sienes paños con vinagre, torrejas de papas o trozos de papel de cigarrillo. Aquella repentina enfermedad, más que asustarnos, nos sorprendió...... -¿Levantémonos? -propuse a Daniel.
..... Estaba oscuro aún y hacía frío. Daniel se negó:
..... -¿Para qué? ¿Qué haríamos en pie?
..... Le encontré razón y allí nos quedamos, despiertos e inquietos, imaginando mil cosas y hablando a ratos. Entrada la mañana, ya en vías de tomar nuestro desayuno, sentimos que abrían la puerta de la casa. Salimos al patio.Vimos que papá avanzaba hacia nosotros; tenía los ojos enrojecidos y sus labios estaban pálidos y temblorosos. Inclinamos la cabeza, asustados. Puso sus manos sobre nuestros hombros y la dejó ahí durante un momento. Después dijo, articulando con dificultad las palabas:
..... -Mamá ha muerto.
..... Se alejó y entró a su dormitorio, cerrando la puerta tras sí. Daniel y yorompimos a llorar. Joao y Ezequiel, que entraron después de nuestro padre, se acercaron a nosotros; lloraban, las manos en las bocas, inclinado el cuerpo, como si algo les doliera en las entrañas.
..... Ahí nos quedamos durante una eternidad, inmóviles, sin mirarnos o mirándonos como a hurtadillas; no sabíamos que era necesario hacer y no nos atrevíamos a hacer nada; todo nos parecíasuperfluo o inadecuado. El desayuno se enfrió en la mesa y el agua hirvió hasta agotarse se apagó el fuego y nadie prestó atención a los gritos de los vendedores, que todas las mañanas, a hora fija, gritaban en la puerta su mercadería. No se escuchaban ruidos en el dormitorio de nuestro padre y nadie se acercó a llamar a la casa. Eramos nuevos en el barrio y estábamos, además, recién llegados a BuenosAires: ni vecinos, ni conocidos, ni amigos; soledad y silencio.
..... En unas horas, en menos de un día, la casa era otra y otros éramos nosotros; otro también, con seguridad, nuestro padre. Todo cambiaba y todo cambia terriblemente. Lo sentíamos en nuestra inmovilidad. Deberían pasar días, meses quizá, antes de que pudiéramos -si es que podíamos- recuperar el movimiento...... Ya muy avanzada la tarde sentimos pasos en el cuarto de nuestro padre. Un momento después abrió la puerta. Estaba envejecido, demacrado el rostro, inclinado el cuerpo. Nos buscó con la mirada: allí estábamos, sentados o de pie, afirmado alguno contra un muro, mirando aquél hacia el cielo y éste hacia el suelo, retorciendo el pañuelo o limpiándose las uñas interminablemente. Nos habló....
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