historia

Páginas: 42 (10359 palabras) Publicado: 2 de julio de 2013
Argentina hoy
TOMÁS ELOY MARTÍNEZ
El País, del 2-01-05 al xx-01-05

Las madres solas de Isla Maciel

El peronismo fue seña de identidad nacional durante medio siglo, pero está tan dividido en corrientes y rivalidades que representa muchas cosas y, a la vez, nada

Nada es tan difícil como abarcar un país con palabras. Hay demasiadas cifras, demasiadas historias, demasiadas preguntascondenadas a no tener respuesta. Regresé a la Argentina a comienzos de octubre de 2005, tras 10 meses de ausencia. Aunque siempre tengo la impresión de que nada es ya como era, esta vez no fue así. Las estadísticas indican que ha crecido la producción, que hay menos desempleo y menos pobreza y que las condiciones de vida han dado un salto hacia delante. Los datos han cambiado, pero la realidad seguía-me pareció- estancada en su misma incertidumbre.
Pocas veces entrevisté a tanta gente en tan poco tiempo: cincuenta y tres personas en menos de dos semanas. Ninguna de ellas era -así lo busqué- funcionario público ni aspirante a cargo alguno. En las vísperas electorales de octubre, temí que las pasiones políticas trastornaran las miradas. Elegí a argentinos que se parecieran a muchos otros,tanto en las casonas de Barrio Parque -el más aristocrático de Buenos Aires- como en los callejones de Isla Maciel, en el barrio Belgrano de Río Gallegos o en la Banda del Río Salí de Tucumán.
Ciertas desgracias no se han movido de lugar. En las capas más sumergidas de la comunidad, dos generaciones parecen perdidas en la desesperanza, y no hay señales de que se pueda salvar a la tercera, que ahoratiene entre dos y diez años. El peronismo, que en las últimas seis décadas era una de las marcas de la identidad nacional, ahora representa tantas cosas que pocos saben si representa alguna. "Está tan dividido, tan mezclado, que yo, peronista de toda la vida, ya ni siquiera sé qué soy", me dijo un mediodía Loires de Corizzo frente al Wal-Mart de la avenida Constituyentes, en el extremo oeste de lacapital argentina. Desde las ventanas del monobloque donde vive se divisaba, cuando llegó con su marido, el trajín de la fábrica Grafa, cuyos tres silbatos diarios ensordecían a la gente. Le debe la vivienda a Juan Perón, y no lo olvida.
La mañana de sol en que empecé a investigar estas historias crucé el cenagoso Riachuelo en uno de los botes que, por 15 céntimos de euro -ya son 18-, van desdelas ruinas del puente transbordador, en la Boca, hasta la calle principal de la Isla Maciel. Junto a mí viajaban tres chicas adolescentes con sus hijos en brazos. Al regresar compartí el bote con otras cinco, también madres. Calculé que no tendrían más de 15 o 16 años y, cuando traté de entablar conversación, ninguna respondió. En una de mis travesías por las provincias, a fines de esa semana,coincidí en el avión con uno de los más conocidos obispos argentinos, cuyo nombre no tengo permiso para revelar. Le conté lo que había visto y le pregunté si las censuras de la Iglesia Católica sobre el sexo y el control de la natalidad no estaban quedando a contramano de los tiempos. "Hay temas en los que no se puede ceder", me dijo. "El aborto, por ejemplo: allí hay una cuestión de doctrina. Pero,en lo demás, no sabes cuántas veces miramos para otro lado".
En las dos semanas agitadas de mi viaje conocí a empresarios con fe ciega en el futuro del país. La mayoría había prosperado sin favores oficiales, gracias a sucesivos vientos de la suerte. Encontré a inmigrantes para quienes -aun ahora- no hay lugar en el mundo como la Argentina y, sin embargo, se niegan a nacionalizarse. "Para qué",me dijo un albañil chileno en Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia austral. "Le doy mi vida a este país, pero le pertenezco a otro". Conversé en Villa Crespo -un barrio de clase media, en Buenos Aires- con estudiantes que no cambiarían la Argentina por nada, a pesar de que "hemos tenido los peores gobiernos de la tierra y, cuando hemos podido votar, siempre ha...
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