Historia
-Te mandaré algo de mis propias bodegas. Y no es que seas pobre. Ahora hasta eres rico, a pesar de esos impuestos quetanto criticas.
-Soy ahorrativo. ¿Por qué has venido, Julio? No creo que haya sido sólo porque estés preocupado por mí.
Julio volvió a llenar su cubilete, bebió e hizo una mueca.
-He discutido tucarta con Sila -dijo.
-Ya me lo esperaba.
-Sila, aunque militar, desea la paz para Roma, pues ésta ya ha sufrido bastante. Todavía tenemos
aliados y satélites rebeldes y numerosos enemigos. Esnecesario que presentemos tanto a nuestros compatriotas como a los extranjeros una imagen de potencia poderosa. Y tú amenazas eso. Amenazas a tu país.
Marco no se alarmó.
-No soy yo el que amenaza a mipaís. La culpa es de otros. Y, además, ¿qué me importa a mí, como romano, lo que los extranjeros piensen de Roma? ¿Desde cuándo nos importa que tengan buena opinión de nosotros, que puede cambiar,caprichosamente, como un soplo de viento?
-No me comprendes. Sólo puedo decirte que si defiendes a Servio, te pondrás contra la paz y la tranquilidad de Roma.
Marco enarcó las cejas.
-¿Cómo?-¿Conoces al populacho?
-Pero ¿qué le importa al populacho de Roma que yo defienda a Servio? -Es un soldado.
-Cosa que Sila olvidó. Es un hombre ciego, mutilado de guerra en defensa de su país.
-Te empeñasen ser obtuso. Hablemos de Servio. Está loco. Yo no deploro el patriotismo, pero estos viejos soldados, castigados por las batallas y los sufrimientos, a menudo son excesivos y hablan demasiado.Desvarían. Claman atrayendo la desesperación y la ruina. Sus emociones son extremistas. Pero la plebe, que se exalta fácilmente, no comprenderá eso.
-Hablando claro, tú no quieres que la plebe le oigahablar en defensa de su país y pidiendo que vuelvan a éste la dignidad, el valor y la integridad de las leyes. No quieres que el pueblo oiga sus apasionadas exhortaciones. Lo temes.
Julio se quedó en...
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