Historias Del Arte Contemporáneo En El Estado Español

Historias del arte contemporáneo en el Estado español: tanteando los límites de la disciplina Un diagnóstico rápido de la coyuntura actual de la historia del arte contemporáneo en España pone en evidencia, en primer lugar, el desequilibrio existente entre el crecimiento de la dimensión pública - exposiciones y cobertura mediática – del campo cultural que constituye su objeto de estudio, y sudébil desarrollo como ámbito de generación de conocimiento y pensamiento crítico. En segundo lugar, revela la continuidad de una línea de interpretación historiográfica dominante, acantonada en las cátedras académicas y los patronatos de los museos, cuyos orígenes se remontan a los primeros años de la Transición y que toma como misión principal el recomponer el canon de las vanguardias locales desdeuna perspectiva historicista, complementada por una aplicación de los esquemas básicos del modernismo. Con el fin de matizar y dar algo de sustancia a este veredicto inmediato, intentaremos trazar algunos de los rasgos específicos de la historia del arte contemporáneo en un breve recorrido diacrónico por su desarrollo en los últimos treinta años. Como hemos dicho, las líneas maestras del ejedominante de la disciplina se ponen bastante temprano. Recordemos el volumen Vanguardia artística y realidad social: 1936-1976 (Madrid: Gustavo Gili: Barcelona, 1976) editado por Valeriano Bozal y Tomás Llorens vinculado a la exposición de la Bienal de Venecia de ese mismo año en que se revisitaba la producción artística española durante el franquismo desde la perspectiva de la muy incipiente democracia.La narración retrospectiva de un modernismo quebrado por las ancestrales carencias patrias y las contingencias de la historia reciente, se combinaba con la confianza en un arte del presente proletario situado más allá de las retóricas de la vanguardia. Con los años y en la cúspide de la disciplina, el rigor de la dialéctica marxista de Valeriano Bozal iría diluyéndose, decantándose hacia un menosáspero kantianismo – véanse los volúmenes XXXVI y XXXVII del Summa Artis publicados en 1992 y revisados en 1995 – que sustituía aquella reorientación radical de la praxis de 1976 por la investigación de los hallazgos derivados de la inspiración individual del artista y la reconstrucción de los fragmentos de la quebrada vanguardia hispana. En esta evolución iba a volver a cruzarse con su coetáneoSimón Marchán Fiz quien, en Del arte objetual al arte del concepto (Madrid:

Comunicación, 1972), había defendido respecto al arte del presente su transitividad con los mecanismos generales de producción y comunicación social, aunque rigiéndose siempre por el principio de autonomía de la investigación estética. La tarea de reconstrucción de la memoria de la vanguardia patria iba a ser recogidapor el más joven Jaime Brihuega quien en sus densos trabajos historiográficos, Las vanguardias artísticas en España (Madrid: Istmo, 1981) y La Vanguardia y la República (Madrid, Cátedra, 1982), iba a configurar una imagen en que compromiso político y experimentación artística iban de la mano. Paralelamente, y a menudo enfrentándose a ella, iba a desarrollarse otra variante de modernismo – quederivaría en postmodernismo en los años siguientes – cuyo origen puede identificarse en el entorno del profesor de la Universidad Complutense Antonio Bonet Correa. Si la primera partía de la dialéctica marxista, ésta iba a formular una genealogía formalista de la vanguardia sustentada en una relación más laxa, aunque no por ello menos erudita y sofisticada, con el marco histórico. Francisco CalvoSerraller y el crítico Juan Manuel Bonet iban a convertirse en los valedores de este modelo que pronto encontró eco en las nuevas “modernidades” artísticas y críticas de corte “apolítico” de los setenta y ochenta. A pesar de sus diferencias, ambas corrientes iban a manifestar un interés común por la plasmación museográfica de la vanguardia española y la construcción sobre la misma de un sistema de...