Hola

Al señor Jorge. L. Borges:

Me dirijo a usted, ya que ambos estamos muertos y en el infierno para debatir en este caluroso lugar las ideas que Usted postulo con tanto fervor sobre mitan exaltado y a la vez acusado Martin Fierro. No se cual sera su situación en este lugar, yo por mi parte me encuentro cumpliendo mis penas al lado de un gran amigo llamado Sísifo, a quien losdioses le han encomendado una dolorosa, infinita y absurda tarea. Si le cuento esto es porque después de mucho tiempo (usted sabe como el tiempo aquí es prolongado) comprendí de la banalidad de lasdiscusiones sobre cuestiones referidas al arte. Sin embargo me gustaría expresarle algunas ideas que hace tiempo rondan mi blanca cabeza (sabrá que no existe en el infierno tinturas para el cabello).
Hetenido tiempo de leer su Cuento “el Fin” en el cual dos personajes que creo conocer desenvainan “el acero” como a Usted tanto le gusta decir. Créame que ni bien lo termine de leer no aguante la risa, merevolcaba y daba giros por el piso, razón por la cual me llamaron la atención pues me dijeron “en el infierno venimos a sufrir no a estar contentos y sonreír”, fue entonces que deje de sonreír ycomencé a analizar con cara de serio su cuento, puesto que aquí me he hecho mas viejo y mas sapiente. Lo primero que me dije fue “este señor, no aguantando que mi personaje representa al ser nacional porexcelencia, se ha lanzado a la carga sobre él con todo su odio, pues para Usted el libro que nos debería representar era el “Facundo”.
La elección de dicho libro por su parte me pareció lo masnormal del mundo, puesto que es Usted ciego, y como tal no vio (o no quiso ver) los ideales nacionales del autor del “Facundo”, ese señor oligarca, elitista y seudoeuropeo que fue Sarmiento, quien ademásno faltar ni un solo día a la escuela pretendía poblar la Argentina con norteamericanos y rechazaba a nuestros aborígenes y a nuestros gauchos, considerándolos inferiores por el solo hecho de no ser...