informarse cuesta - le monde diplomatic

MONDIPLO: Le Monde diplomatique - Edición Española

Sabado 09 de Octubre de 2010

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Informarse cuesta por Ignacio Ramonet

Informarse cuesta por Ignacio Ramonet
Editorial del primer número de la edición española de Le Monde diplomatique (Noviembre de 1995)

La prensa escrita está en crisis. En muchos lugares está experimentando un considerable descenso dedifusión y una grav
pérdida de identidad y de personalidad. ¿Por qué razones y cómo se ha llegado a esta situación? Independientemente de l
influencia, real, del contexto económico y de la recesión, nos parece que las causas profundas de esta crisis hay qu
buscarlas en la mutación que han experimentado, en los últimos años, algunos conceptos básicos del periodismo.
En primer lugar, la misma idea dela información. Hasta hace poco informar era, de alguna manera, proporcionar no sólo l
descripción precisa -y verificada- de un hecho, un acontecimiento, sino también un conjunto de parámetros contextuale
que permitieran al lector comprender su significado profundo. Era responder a cuestiones básicas: ¿Quién ha hecho qué?
¿con qué medios?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿cuáles son las consecuencias?
Todoesto ha cambiado completamente bajo la influencia de la televisión, que hoy ocupa en la jerarquía de los medios u
lugar dominante y está expandiendo su modelo. El telediario, gracias especialmente a su ideología del directo y del tiemp
real, ha ido imponiendo, poco a poco, un concepto radicalmente distinto de la información. Informar es, ahora, "enseñar l
historia en marcha" o, en otraspalabras, hacer asistir (si es posible en directo) al acontecimiento. Se trata, en materia d
información, de una revolución copernicana, de la cual aún no se han terminado de calibrar las consecuencias. Esto supon
que la imagen del acontecimiento (o su descripción) es suficiente para darle todo su significado.
En el límite, sobra hasta el propio periodista, en este cara a cara telespectador-historia.El objetivo prioritario, para e
telespectador, es su satisfacción, no tanto comprender la importancia de un acontecimiento como verlo con sus propio
ojos. Cuando esto ocurre, es una alegría. Y así se establece, poco a poco, la engañosa ilusión de que ver es comprender
que cualquier acontecimiento, por abstracto que sea, debe imperativamente tener una parte visible, mostrable, televisable
Estaes la causa de que asistamos a una emblematización reductora, cada vez más frecuente, de acontecimiento
complejos. Por ejemplo, todo el entramado de los acuerdos Israel-OLP se reduce al apretón de manos entre Rabin
Arafat... Por otra parte, una concepción como ésta de la información conduce a una penosa fascinación por las imágene
"tomadas en directo", de acontecimientos reales, incluso si setrata de hechos violentos y sangrientos.
Hay otro concepto que también ha cambiado: el de la actualidad. ¿Qué es hoy la actualidad? ¿Qué acontecimientos hay qu
destacar en el mare magnum de hechos que ocurren en todo el mundo? ¿En función de qué criterios hay que hacer l
elección? También aquí es determinante la influencia de la televisión pues es ella, con el impacto de sus imágenes, la quimpone la elección y obliga, nolens volens, a la prensa escrita, a seguirla. La televisión construye la actualidad, provoca e
shock emocional y condena prácticamente al silencio y a la indiferencia a los hechos que carecen de imágenes. Poco a poc
se va estableciendo entre la gente que la importancia de los acontecimientos es proporcional a su riqueza de imágenes. O
por decirlo de otra forma, queun acontecimiento que se puede enseñar (si es posible, en directo, y en tiempo real) es má
fuerte, más interesante, más importante, que el que permanece invisible y por tanto, su importancia es abstracta. En e
nuevo orden de los medios las palabras, o los textos, no valen lo que las imágenes.
También ha cambiado el tiempo de la información. La optimización de los medios es, ahora, la...