La Digna Medianía

La Digna Medianía
Los antidemocráticos estatus sociales que en México se extreman –en una nación de pobres contamos con el más rico del planeta, Carlos Slim, cuyo tesoro personal casi equivale al total de nuestra deuda externa-, denigrando a las mayorías al papel de rehenes de un consumismo que los rebasa, corrompe y lacera a la política. Durante un largo lapso, con el estandarte delpresidencialismo autoritario a toda asta, el sector público atrajo a los felones, esto es a los amorales, con los tentáculos del dinero fácil que encendía las ambiciones.

En la actualidad, las infiltraciones de los poderosos cárteles y el desarrollo imparable de los corporativos atraen más a las nuevas generaciones separando a los mejores de los cuadros gubernamentales aun cuando las deformaciones seanlas mismas, esto es privilegiar los propios egoísmos, concentrando haberes y fortunas, aún cundo ello se fundamente en la especulación que erosiona y depaupera al colectivo. Y lo peor: Para muchos estas ideas, acaso satanizadas por cuantos defienden sus feudos sin el menor sentido social, deben tener sello de caducidad ante un mundo en el que la ausencia de contrapesos dispara la influencia de lainsondable Casa Blanca.

Tal es la realidad, dolorosa.
Benito Juárez, en esta efeméride de su natalicio en el siglo XIX, cobra actualidad, como todos los verdaderamente grandes, pues su ejemplo y su legado ideológico que se impone a modas, circunstancias sesgadas e interpretaciones convenencieras. La adustez de su imagen, por supuesto, contrasta con la parafernalia de los políticos actuales,desde líderes sindicales –como la novia de “Chucky” o el pelafustán ferrocarrilero Víctor Flores Morales-, hasta el presidente que dispone de más de mil efectivos militares para cuidarse bajo la batahola de la violencia imparable. Un mandatario cautivo, por decirlo de alguna manera, de un entorno en donde radicalismos y crispaciones partidistas, además, no han podido ser superadas desde su asuncióna trompicones en diciembre de 2006.

Pues bien, Juárez alegaba, con razón, que el más alto de los funcionarios públicos, limitado por la convicción de servir y no servirse de los demás, no podía esperar para él sino un sitio dentro “de la digna medianía” apegado a un salario modesto, si bien suficiente, que de modo alguno significara una ruta hacia la riqueza en tanto la mayor parte de losgobernados viviera en la miseria. Como ayer, como ahora.

Cuán poco se honra al benemérito en el palenque de la política y la vida institucional del país. El indecoro de los sueldos monumentales –no sólo los ministros de la Corte sino incluso los altos mandos militares se asignaron salarios mayores a los del mandatario en funciones si bien postprimeros los ajustaron ampliando los montos de losirreductibles “gastos de representación”-, define a una nueva clase gobernante con profundo apego por el nepotismo, derivación malsana del espíritu gregario, con el basamento de que la justicia social comienza y termina con cada uno de los egregios integrantes del sector público. No importan filiaciones partidistas ni niveles; lo trascendente es hacer riqueza erosionando el patrimonio colectivo.

Eldeterioro moral fue paulatino. Contaban en la década de los cincuenta, cuando este columnista nació, que en una ocasión, por el puerto de Veracruz, un joven personaje no disimulaba al comprar y gastar a sus anchas, era el primogénito del ex presidente Miguel Alemán –con fama de haber labrado a golpes de onerosas comisiones, una de las mayores fortunas de México-, quien no pudo evitar escuchar aun rumboso jarocho dictar una sentencia inapelable:
--¡He allí al hijo de un ladrón...!

Lo peor es que los transeúntes detuvieron el paso y observaron, con infinita dureza, al dilapidador que, por supuesto, optó por marcharse. Siquiera entonces privaba la sentencia que devenía del juicio popular en ausencia de justicia.

Los tiempos cambiaron de la mano del fatal conformismo. Una tarde, por...