La peste fiinanciera

Manuel Ángel Martín. ABC. 29-09-08

A punto he estado de titular este artículo como «el microbio,
la pulga y la rata» y sólo el respeto a Esopo, La Fontaine y Samaniego me ha impedido abusar delequívoco para llamar la atención. Cuentan que hace algo así como seiscientos sesenta años, ratas negras viajeras con las caravanas procedentes de Oriente embarcaron en Caffa (Crimea) y en escasosmeses extendieron un morbo epidémico por todo el Mediterráneo, alcanzando Andalucía y Sevilla poco tiempo después. Ya ven, sin tanta electrónica, informática y telecomunicaciones, la peste negra era capazde viajar a enorme velocidad. En «La tierra es plana», Thomas Friedman identifica tres etapas de la globalización: la que nace con la epopeya colombina, la desarrollada por las empresasmultinacionales y las revoluciones tecnológicas entre 1800 y el 2000, y la que él estimaba que comenzaba ese último año y terminaría vaya usted a saber, impulsada por el poder de los individuos, los programasinformáticos y las redes de información. Las enfermedades (y el rumor) habían inventado la globalización muchos siglos antes. Por aquel entonces, los más reputados expertos, reclamados para darexplicaciones «oficiales», concluían que el «mal negro» se debía bien a la conjunción de ciertos astros, a la corrupción del aire y los miasmas, o a los pecados de la humanidad, lo que a mí me suena a algunasde las explicaciones que se han venido dando a la peste financiera que nos invade. Lo cierto es que hasta quinientos años después no se sabría que la enfermedad la causaba un microbio que se «subía» auna pulga que a su vez se aposentaba en las ratas. Muerta la rata, la pulga buscaba otro sitio calentito, facilitando al bacilo su propagación y su maléfica misión. Huelga decir que al desconocer elorigen y la forma de transmisión de la enfermedad, las soluciones que se proponían eran intuitivas, ineficaces y pintorescas. Debo mis limitados conocimientos en la materia a los muchos saberes...