La Pregunta Fundamental

I. LA PREGUNTA FUNDAMENTAL

1. El asombro y la pregunta fundamental

Como hemos visto, hay en el asombro que sostiene y domina el quehacer de la filosofía, en su páthos y en su arché(), más allá de unos supuestos primeros pasos de la actividad filosófica, la experiencia de una distancia. Se trata de una separación que sólo se preserva al recorrerse; se trata de una distancia que es ya unatarea. Dicho asombro constituye radicalmente la actividad filosófica y lo hace asimismo como pregunta. No se satisface en lo que cabría denominar, sin más, la propia realidad. Precisamente, esta última se constituye como tal en la medida en que el asombro incide en la distancia que separa a los entes, en su tenencia de ser, de aquello por lo que son. Hay siempre, por tanto, una remisión a algooriginario que acompaña, y quizá sostiene, el propio proceso, y que no libera, sin embargo, del asombro, antes bien lo exige. Hay en todo ello cierta precariedad que no impide, sino que reclama, seriedad, cuidado y rigor.
Frente a la prisa o al temor, que buscan definir y conceptualizar aceleradamente lo que hay mediante tácticas de reducción de lo que se ofrece a formas de conflicto, se hacenecesaria otra atención y consideración no sólo para lo que es o lo que se da, sino para lo que por tal quepa comprender y para lo que en ello se nos abre. Tal vez resulte precipitado introducir en este momento el término «escucha», pues quizá pudiera prestarse a malentendidos. Sin embargo, con todas sus limitaciones y lejos de una actitud meramente pasiva o receptiva, el asombro permite y reclamaescuchar, y esta actitud, a su vez, no trata de eludir la cuestión. Diremos, sin más precisiones por el momento, que la escucha propia de otro tipo de mirada y el asombro (thaûma) se corresponden.
Se produce, por tanto, prácticamente una convocatoria a cierto modo de ser que, a su vez, es una toma de distancia. Sócrates, en el Teeteto de Platón, tras señalar que «eso que llamamos admiración es muycaracterístico del filósofo. Este y no otro, efectivamente, es el origen de la filosofía»(), propone una cierta separación: «mira en torno a nosotros, no vaya a ser que nos escuche alguno de los no iniciados. Me refiero a los que piensan que no existe sino lo que pueden agarrar con las manos. Ellos no admiten que puedan tener realidad alguna las acciones, ni los procesos, ni cualquier otra cosa quesea invisible»(). A lo que Teeteto responde: «hablas de gente, Sócrates, que, desde luego, es obstinada y repelente».

No nos detendremos ahora en este juego entre la entrega y el retiro o la recusación, ni en lo que puede haber de toma de distancia aristocrática en esa postura socrática. La cuestión que nos ocupa es la de la necesidad de no reducirse a lo que se ve y de hacerse cargo de la«realidad», del tipo de realidad de las acciones, de los procesos y de lo que pudiera no ofrecerse directamente a una determinada visibilidad. Este asombro por lo que «no se ve» no es, sin embargo, una desconsideración para cuanto se nos presenta, sino una forma más de buscar y de responder con otra intensidad a la diversidad de los fenómenos que nos perfila y nos unifica, produciendo a un tiempodiferencias y afán de unidad. Ello nos permitirá reconocer la necesidad de trascender lo que se limita a parecer y, a su través, de atender a lo que se da y a lo que hace que se dé. No es difícil considerar en esa necesidad la exigencia de una convocatoria, la de un pensar inaugural y trágico que llame a la plena culminación de las posibilidades en las que fue colocado el pensar filosófico (el pensarcomo filosofía). Y aquí, una vez más, la injusticia y la unilateralidad van unidas.
Este temple de ánimo y esta disposición que domina cada paso de la filosofía es, como señalamos, un modo de corresponder. Heidegger ha señalado que la filosofía como metafísica es el corresponder expresamente asumido y en desarrollo que corresponde a la llamada del ser del ente. Aprendemos a conocer y saber qué...