La Prensa En La Escuela

LA PRENSA EN LA ESCUELA: TALLER DEL MUNDO

Alberto Ruy Sánchez

Debo comenzar agradeciendo a los organizadores de este encuentro que se me haya invitado a clausurarlo.

Yo que no soy especialista en pedagogía sino más bien hombre de medios de comunicación, editor de publicaciones periódicas pero, sobre todo, escritor, entiendo esta invitación como una amable petición de que hable sobre laprensa en la escuela desde mi experiencia propia, desde un punto de vista muy personal. Acepté la proposición de hacerlo porque el tema me interesa especialmente, casi podría decir de una manera biográfica: yo me siento agradecido hacia quienes decidieron, mientras yo estuve en la escuela, que era importante para los alumnos participar en la elaboración de publicaciones periódicas escolares al ladode nuestros programas de estudio normales.

Yo siento que mi actual profesión de editor comenzó en aquellos días de la secundaria y la preparatoria en los que otros compañeros y yo hacíamos boletines, periódicos, revistas y un libro anual en lo que entonces se llamaban los talleres de periodismo del instituto. A pesar de todos los planes y todos los estudios, y todos los trabajos que he hechoalejándome de la edición siempre he vuelto a ella, como si en la escuela se hubiera sembrado en mí una semilla de destino a la que no he podido, por una razón o por otra, desobedecer.

Durante muchos años pensé que me dedicaría a otras cosas porque la prensa, y sobre todo la edición, parecería ser algo lateral en mi vida profesional. Incluso mis primeras incursiones en la edición profesional lashice como trabajos laterales, chambas que me permitían terminar mis estudios de doctorado en Francia. Nunca pensé que llegarían a ser labores centrales en mi vida hasta que lo fueron.

Actualmente no puedo sino pensar que vivo, es decir, me mantengo y mantengo a mi familia, gracias al enjambre de habilidades y placeres que se me dieron en la escuela al producir nuestras publicaciones internas.Todavía esta semana, al tener en mis manos y revisar los materiales de la revista que dirijo, antes de que entraran en el proceso de impresión, me invade la misma sensación de reto, de entusiasmo y placer que tenía ante las letras ya tipografiadas de las publicaciones que estábamos a punto de mandar a la imprenta en los días de la escuela.

En el instituto donde estudié, que desgraciadamente yaha desaparecido, se vivía con gran intensidad la conciencia de ser una comunidad. Era una escuela de larga tradición, de rituales añejos y de una gran existencia intelectual.

Funcionaba en los estudios con sistemas piramidales de pertenencia; terminaban la preparatoria sólo la quinta parte de quienes comenzaban la secundaria, seis años antes. Los que permanecían sabían siempre que tenían que daralgo más de los que se pedía normalmente para seguir siendo, año con año, de los que no eran excluidos. Las exigencias de la Secretaría de Educación, o de la UNAM en la preparatoria eran vistas como una especie de sótano intelectual, un nivel muy bajo que se satisfacía simplemente con la inercia. En los deportes, que eran muy importantes en el Instituto, se vivía la misma intensa confrontacióncon los compañeros, y sobre todo, frente a otras escuelas. Lo mismo sucedía con las artes, el teatro y la música sobre todo. Y en toda esta efervescencia escolar, llena de actividades, de guerras internas y externas, de éxitos y caídas, de tradiciones hacíamos eran examinadas muy críticamente y tenían, para existir, que encontrar su público, su razón de ser dentro de la comunidad escolar.

En laspáginas que publicábamos en aquella época había, por supuesto, algo de información de lo que sucedía en el mundo e información de lo que sucedía en la escuela. Había páginas de creación. Pero había sobre todo un vigoroso intercambio de opiniones sobre el sentido de todo lo que se hacía en la escuela. Mucho de lo que ahora me importa fundamentalmente en las actividades editoriales que realizo,...