La revolucion
Y salimos —cuenta Demicheli. No era normal que a Paz le diera por ir de paseo atratar los asuntos de la revista. ¿Será un virus peripatético —pensé? No, esa criatura genera debate y controversia, anima la conversación y Paz no decía palabra: ni preguntó por Vuelta, niespeculaba sobre tema alguno, sólo estaba nervioso y mudo. Dimos una vuelta alrededor del edificio de (la avenida) Reforma. Increíble: el poeta escudriñaba los parterres del jardín, seagachaba, miraba por debajo de los coches y, cada vez, se impacientaba más. Por fin, me decidí:
— Dígame, Octavio, ¿qué busca?
Primero me miró como si yo debiera saberlo o, al menos, haberloadivinado; y luego, respondió:
— El gato. Se ha escapado el gato de Marie-Jo. ¿Se da cuenta?
— No. Digo: sí, claro...
Debió sentirse raro. Insistió:
— ¿No sabe cuánto quiere Marie-Jo asu gato? Pues ha desaparecido. ¿Comprende? No está. El gato no está en la casa. He revisado todos los rincones, bajo la cama, en la biblioteca, en todas las recámaras, en la sala, y elgato no está. Tulio, tenemos que encontrarlo Anduvimos una hora larga en pos del gato...10
Hoy, Marie José, es la llama viva del espíritu del poeta y el alma de la Fundación Octavio
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