Las fábulas de samaniego
11- EL LABRADOR Y LA PROVIDENCIA Un labrador cansado, en el ardiente estío, debajo de una encina reposaba pacífico y tranquilo. Desde su dulce estancia miraba agradecido el bien con que la tierra premiaba sus penosos ejercicios. Entre mil producciones, hijas de su cultivo, veía calabazas, melones por lossuelos esparcidos. -Por qué la Providencia -Decía entre sí mismo,puso a la ruin bellota en elevado y preeminente sitio? Cuanto mejor sería que, trocando el destino, pendiesen de las ramas calabazas, melones y pepinos?Bien oportunamente, al tiempo que esto dijo, cayendo una bellota, le pegó en las narices de improviso. -Pardiez!- prorrumpió entonces el labnrador sencillo.Si lo que fué bellota algúngordo melón hubiera sido, Desde luego pudiera tomar a buen partido,
en caso semejante, quedar desnarigado, pero vivo! Aquí la Providencia manifestar quiso que a supo a cada cosa señalar sabiamente su destino. A mayor bien el hombre todo est repartido: Preso el pez en su concha, y libre por el aires el pajarillo.
12- EL PARTO DE LOS MONTES Con varios ademanes horrorosos, los montes de parirdieron señales; consintieron los hombres temerosos ver nacer los abortos m s fatales. Después que con bramidos espantosos infundieron pavor a los mortales, estos montes, que al mundo estremecieron, un ratincillo fué lo que parieron. Hay auotores que en voces misteriosas, estilo fanfarrón y campanudo, nos anuncian ideas portentosas; pero suele a menudo ser el gran parto de su pensamiento despuésde tanto ruido, sólo viento.
13- LOS NAVEGANTES Llorabvan unos tristes pasajeros viendo su pobre nave, combatida de recias olas y vientos fieros, ya casi sumergida, cuando súbitamente el viento calma, el cielo serena, y la afligida gente convierte el risa la pasada pena. M s el piloto estuvo muy sereno tanto en la tempestad como en bonanza. Pues sabe que lo malo y que lo bueno est sujeto asúbita mudanza.
14- EL LEON Y LA ZORRA Un León, en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano perseguía hambriento y fiero, el mamón becerrito y al cordero que, trepando por spera montaña, huian libremente de su saña. Afligido del hambre a par de muerte, discurrió su remedio de esta suerte: Hace correr la voz de que se hallaba enfermo en su palacio y deseaba ser de los animales visitado.Acudieron algunos de contado; mas como el grave mal que le postraba era un hambre voraz, tan sólo usaba la receta exquisita de engullirse al monsieur de la visita. Acércase la Zorra de callada, y a la puerta asomada, atisba muy despacio la entrada de aquel cóncavo palacio. El León la divisa, y al momento le dice: -Ven ac , pues que me siento en el último instante de mi vida! Visítame como otros, miquerida. -Como otros? Ah, señor; he conocido que entraron, sí, pero que no han salido! Mirad, mirad la huella! Bien claro lo dice ella, y no es bueno el entrar do no se sale! La prudente cautela mucho vale.
15- EL PERRO Y EL COCODRILO Bebiendo un Perro en el Nilo, al mismo tiempo corría. -Bebe quieto!, le decía un taimado Cocodrilo. Dijole el Perro, prudente: -Dañoso es beber y andar; pero, essano el aguardar a que me claves el diente?
Oh; qué docto perro viejo! Yo venero su sentir en esto de no seguir del enemigo el consejo.
16- LA OVEJA Y EL CIERVO Un celemín trigo pidió a la Oveja el Ciervo, y le decía: -Si es que usted de mi paga desconfía, a presentar me obligo un fiador desde luego que no dar lugar a tener queja. -Y quién es ése? -preguntó la Oveja. -Es un Lobo abonado,...
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