Literatura

Colapso de amor

Nos amábamos. Éramos la mejor pareja del barrio… del barrio de Caballito, ubicado en la ciudad de Buenos Aires, donde reinaba la paz. Yo trabajaba, como hacía 3 años seguidos, en una farmacia… para ser más exacta; auxiliar de farmacia. No sabía mucho del tema, pero ponía lo mejor de mí. Siempre supe que los medicamentos y todo ese tema de remedios era para mí, algo me decíaqué yo tenía que trabajar en una farmacia y así fue, me quedo como anillo al dedo. Mi marido, por su parte, se había quedado sin trabajo desde hace 3 meses. Nunca me enteré porqué, y tampoco quiero saberlo… él siempre fue de durar poco en sus trabajos, no era algo que me extrañara. Pero en fin… la cuestión es qué se pasaba los días durmiendo y hablando por teléfono con ‘’amigos’’ para organizar sussalidas rutinarias de futbol. Eso tampoco era algo que me extrañara, lo que me parecía sumamente raro era que llegara en los últimos 3 meses la cuenta de teléfono tan cara. Primero sospeché de él, de que era él el que hablaba todo el día con sus amigos, pero me fijé los números y no coincidían con el de esos tipos holgazanes. Y ahí fue cuándo empecé a sospechar.
Nunca me creí una tipa celosa,pero… ¿de quién podía desconfiar? Ya sé, me contaron muchas veces que fue él ‘’galán’’ del barrio, que tuvo todas las minas que quiso hasta que se quedó conmigo, pero no creo que alguien quisiera estar devuelta con el. Me parecía raro. Tal vez eran celos, de que éramos la pareja perfecta. Tal vez era su mamá, que cambió de número, no lo sabía. A la única que le contaba mis problemas con el era a mimejor amiga Florencia. Que había llegado de Francia hacía 3 meses atrás y estaba varada en una casa alquilada a dos cuadras de la mía. Cómo no tenia trabajo le propuse que limpiara mi casa diariamente y le daba dinero a cambio de eso. Cómo un trabajo del momento, hasta que consiguiera uno estable. Ella por supuesto aceptó, no creo que pagara el alquiler con la poca plata que le pasaba su madre.Al pasar el tiempo me sentía cada vez más insegura. Llegaba a mi casa, tipo 12.30 de la noche –hora en que termina mi turno de la farmacia- y la pieza estaba toda desordenada, SIEMPRE. No había un día que llegase y estuviera la pieza –por lo menos- ordenada. ¡Que las sabanas por un lado, que las almohadas por el otro! No teníamos perros –pensé- no creo que Franco haga tanto desorden al dormir.Tampoco creía que Flor no haga bien su trabajo. Si a Franco le preguntaba porque había tanto bochinche se ponía nervioso y no sabía que contestarme. Le preguntaba si había visto que Florencia entraba a la pieza a limpiarla, si trabajaba… y siempre largaba algún que otro chamullo barato. Pero yo, tan enamorada, ciega y cansada estaba, que siempre estuve dispuesta a creerle cualquier cosa que me dijera.Trataba de escaparme un rato a la casa de Flor que no me quedaba tan lejos a charlar con ella de lo cansada que estaba, a veces, de las actitudes raras de Fran. Siempre trataba de esquivar el tema de Franco, en ese momento no sabía porqué pero me escuchaba igual. No largaba ninguna palabra al respecto.
Después de un tiempo, ya olvidada de lo que pasaba en ese entonces, entré a casa como decostumbre. Estaba mareada desde la tarde que había entrado a laburar. Por eso le pedí a la dueña que me venda unas pastillas para el mareo. Cómo me tenía demasiada confianza, porque habíamos echo una gran amistad, me dijo que vaya al deposito a buscarlas yo, que no tenga vergüenza. Me dispuse a ir, media mareada pero fui… mi cabeza no fallaba tanto, estaba lúcida igual. Entré a caminar por el lugarde las pastillas ‘’peligrosas’’, tenía todavía el alma de chiquilla, esa de llegar al limite y ser rebelde. Me llamaron la atención unas pastillas de rotulo verde que se etiquetaban como ‘’Cianuro’’, agarré algunas al azar, quería investigar como eran, pero no pensaba probarlas ni loca, no quería morir tan silenciosamente. Como era de costumbre, era demasiado despistadas, me olvidaba de las...