Los Cuatro Elementos






LOS CUATRO ELEMENTOS
Vanya Melissa Thais Iriarte

Un día compré un anillo en Cusco: Era una espiral dividida en cuatro partes iguales. Los colores me fascinaron, rojo, blanco, turquesa y verde; me enamoré del anillo y pregunté el significado (en Cusco todo tiene un significado). Era la Pachamama, la espiral era su símbolo y esos colores representaban cuatro elementos en la divinafeminidad. La definición me enamoró más que el anillo. La señora que vendía los anillos me dijo que me asentaba (como todo buen vendedor) pero por alguna razón sentí que era mío, que albergaba muy bien quién era yo, que tenía un significado y que realmente creía en él. Lo compré. Una vez en Machu Picchu, sentí la vibración en el aire, como si perteneciera a él; respiré la humedad de la brisa, sentícalor en el cuerpo y vi la tierra iluminada, en todo su esplendor. Por alguna razón sentí (aún siento profundamente) que Cusco es mi segundo hogar, quizá es donde mi espíritu pertenece, ya que mi mente está consagrada a mi hermosa Lima gris. Por eso, al volver, traje lo mejor del Cusco: Los cuatro elementos impregnados en mi anillo. Desde ese día, le puse colores a Lima, pinté su gris de verde,turquesa, rojo y blanco, para sentirme tan unida a la Pachamama como en Cusco.
En esta búsqueda de colores, como me gusta llamarla, encontré espacios dentro de Lima que me recordaban cada elemento, desde el encendido de una vela, hasta la brisa gélida de las madrugadas de otoño. Por eso decidí capturar los cuatro elementos en Lima, lo que pude encontrar: Matorrales, bosques (tierra); aves, olas demar, arena volando (aire); mar, playa (agua) y fuego en toda su expresión, interactuando con la playa, que abarca los cuatro. No pretendo que se sienta lo mismo que yo al ver estas fotos, pero en mi caso están cargadas de emotividad y recuerdos hermosos, son elementos que han marcado mi joven adultez, que siguen dibujando una sonrisa en mi rostro con solo pensarlos. Una fogata, con dos buenasguitarras, el matorral para jugar y montar bicicleta, el bosque para leer, el mar para relajar los sentidos, meditar, el viento, que me recuerda lo viva que estoy, el abrazo que necesito por el frío y la humedad de mi bella Lima. Es importante sentir en esta ciudad, aprendí eso con los cuatro elementos. Sin sentimiento, no hay color.
Lo que hice básicamente fue recorrer los lugares que más amé desdemi viaje a Cusco, que tuvieran relación directa con la naturaleza. Para desarrollar tierra, fui a los matorrales de San Borja y al bosque de pinos. Los matorrales albergan bellos recuerdos con amigos en bicicleta, a veces jugando, contando flores; el bosque, por otro lado, es un espacio donde siempre me senté a leer, un lugar tranquilo, donde el ruido no molesta, agrada; donde el único temor es laluz, porque se va en las tardes, cuando estoy a punto de terminar aquel fugaz capítulo que logró atraparme.
San Bartolo, mi playa de siempre, el mar que me vio crecer, la arena que sintió cómo mi cuerpo se desarrollaba, las aves testigos de las valiosas amistades que conseguí, el viento acusador de desbandes clandestinos. Esa playa hermosa abarca casi todo lo que yo necesitaba para completar miidea, pero tuve que dejar de lado mi egoísmo y trasladarme a Chorrillos: Agua Dulce. Si bien jamás fui a esta playa de día, fui mil y una vez a hacer fogatas, desde el primer día que aprendí a tocar guitarra. Mis amigos de San Borja, los de mi buen barrio, fueron conmigo a encender mi primera fogata. Alcohol, madera, mechero en posición y listo el fuego. Verano, no corre mucho viento, sino unabrisa tranquila, que hace que el mar ruja con más fuerza y el cielo se abra con más ganas. Estrellas, no tantas como en la sierra, pero bellas aún. La luna, cuarto menguante, mi favorita. Música blues, alguna de rock and roll y alguna sentimental, para variar la emoción del oyente.
Finalmente, la herradura. No es tan complicado: Hay piedras. Cuando pequeña, mi abuela, mi segunda madre, me...