Maiz

El deseo y la melancolía de Irene pudieron más que mi resistencia. Ella insistía en que teníamos que ir a ver nuestra casa, si nuestra, no la habíamos vendido y todavía estábamos vivos. Tomada,pero nuestra casa al fin.

Fue así como dejamos el campo de Lincoln (allí vivíamos desde que nos fuimos), y emprendimos nuestro viaje, quizás de exploración, a Buenos Aires para ver como estabatodo. Pararíamos en algún hotel, y no nos quedaríamos más de tres días, aunque Irene tenía la esperanza de que quizás, si la desocupaban…
Íbamos preparados para todo.

La pasábamos bien en Lincoln,habíamos vendido los otros campos, (este era ahora nuestra única posesión, además de la casa claro) así que teníamos muchísimo dinero; hacíamos todo bastante igual, nos levantábamos temprano y nosocupábamos de limpiar y cocinar, en el campo trabajaban los encargados, con los que solo hablábamos de las tareas diarias.

Irene seguía tejiendo, algunas tardes lo hacia abajo la sombra de algúnárbol; yo por fin había conseguido nuevos libros de literatura francesa, no entraba nada desde 1939, sí, pero yo tenia el dinero de 6 campos, y ya saben como es esto…
Estábamos bien, nos habíamosacostumbrado.
Llegamos a Bs. As., eran aproximadamente las ocho y media, teníamos reservada una habitación, para tres días. Como era de noche y estábamos cansados por el viaje, decidimos cenar yacostarnos la mañana siguiente iríamos a averiguar sobre nuestro querido hogar.

El hotel era muy confortable y espacioso, los libros y tejidos nos acompañaban, así que no nos podíamos quejar. Tambiénnos acompañaba el dinero, casi todo lo que teníamos.
Íbamos preparados para todo.
Llego la mañana, nos levantamos a las siete, y para no perder la costumbre, le dimos una repasada a los muebles dela habitación, íbamos a salir para cumplir nuestro objetivo, pero entre mueble y mueble se hicieron las once, y era hora de prepararnos para el almuerzo, que ahora preparaba el hotel, esperamos...