Memoria
Su asesinato, uno de los más duros del siglo XX, cometido porfuerzas y móviles que aún se desconocen, fue para la sociedad capitalina de entonces una especie de reflejo de la época de la Violencia que vivía el resto de Colombia en sus espacios rurales. Lasimágenes, muy probablemente, se revivirán hoy en la mente de muchos: el tranvía en llamas, los saqueos, los incendios, el cadáver descompuesto y vuelto un despojo de Juan Roa Sierra, el presunto perpetrador,asesinado acaso muy prematuramente por cuenta del ajusticiamiento veloz de las masas que lo arrastraron por las calles.
Este fue un evento que muchos analistas tienden a identificar y etiquetar comoel origen de un segundo período de violencia en espiral del que Colombia aún no logra salir. Es por eso un deber recordarlo en la memoria y tenerlo presente, siempre que se pueda, como objeto de unanálisis mayor.
El legislador ha optado porque este día, asimismo, sea el de Memoria y Solidaridad con las Víctimas. No sólo de aquellas que quedaron sin reparación alguna desde la época de la Violencia,sino también de las que abundan hoy en día por ese círculo que al parecer no sabemos cómo romper de una manera adecuada y permanente. Pese a la significación histórica del día, es una oportunidadpara solidarizar a la sociedad colombiana con aquellas personas que han sufrido los percances del conflicto.
Es una oportunidad, también, para definir discursos y realidades en torno a las víctimas. Areconocerlas como tal y no entrar en un negacionismo perjudicial y a veces inconsciente. El músculo legal más claro en estos momentos es la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que por sus...
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